El 22 de mayo de 2009 salió a la calle “11-M La novela gráfica” que cuenta con una corta pero azarosa vida, sobre todo en la Comunidad de Madrid, donde se lleva torpedeando su difusión desde el mismo momento de su nacimiento. Por ello, ponemos a disposición de los lectores el conocimiento de la existencia de este cómic, que relata con espíritu documental los tremendos sucesos del atentado terrorista de carácter islamista que sucedieron el 11-M de 2004.

El hilo conductor del relato sigue los pasos del sumario abierto en la Audiencia Nacional por la causa del atentado, lo que permite a los guionistas, Pepe Gálvez y Antony Guiral, relatar de forma ordenada todo lo que sucedió sin dejarse nada en el tintero y haciendo un alarde expresivo gracias a las viñetas de Joan Mundet, que pone la fuerza del dibujo de trazo realista y detallado al servicio de una historia redonda y bien contada. Comienza con el juicio y termina con la lectura de la sentencia, y es describiendo el sumario como se aporta toda la información para construir una especie de documental en forma de historieta. El relato se apoya en tres personajes tipo: Rocío, tía de una de las víctimas que asiste al juicio; Paco, un periodista que sigue los sucesos desde el principio y Julián, un policía que investiga los hechos y que le pasa información al periodista.

Pilar Manjón, madre de Daniel Paz Manjón –víctima del atentado- y Presidenta de la Asociación 11-M Afectados por el Terrorismo, prologa le cómic, al que cataloga de “abrazo solidario para el recuero”. Y efectivamente, esta obra gráfica es un ejercicio de memoria necesario sobre uno de los sucesos más terribles de la historia reciente de España, que muchos, desde la derecha política de este país no han cejado en su empeño de querer enturbiar lo que sucedió o de intentar cubrirlo con un manto de silencio. Manjón declaró en una presentación de la obra realizada en el Ateneo 1ª de Mayo de Comisiones Obreras de Madrid que esta historia gráfica es “memoria viva de algo que hay que recordar, es didáctica y llega a la gente joven con un mensaje de no violencia, de no a la guerra, porque la guerra y la violencia no son la solución de nada”. En este sentido, los autores del cómic han tenido el acierto de tratar los hechos más cruentos de los atentados utilizando elementos de la memoria colectiva como son las imágenes del Guernica de Pablo Picasso, como también es la “Máscara de Monserrat” gritando de Julio González, el cuadro de “Gente corriendo” de Juan Genovés o la recreación de “La clef des champs” de René Magritte, consiguiendo expresar “el abismo del infierno” (en palabras de uno de los personajes del cómic) que vivieron en los trenes todos los que viajaban en ellos, aquél día de marzo de hace seis años, con la elegancia, la contundencia y el dramatismo de la expresión artística.

Ciento noventa y una personas con sus nombres, sus proyectos y sus afectos murieron aquella mañana que no debería haber existido, dejando un hueco profundo en el tiempo y en el espacio y 1.857 personas más quedaron marcadas de por vida con una herida infernal, de esas que nunca se curan. Durante estos seis años de ausencia han ocurrido muchas cosas en España, la peor de todas se llama olvido. Para conjurarlo se siguen realizando actos de recuerdo, con mucho esfuerzo por parte de la asociación que agrupa a las víctimas y a sus familiares, que no han dejado de pelear ni un solo día para que estas víctimas del terrorismo islamista cuenten para la sociedad española y se pueda honrar su recuerdo igual que sucede con las demás víctimas del terrorismo en España. Como dijo Pilar Manjón en la presentación de este cómic: “cuando se trata del 11-M no sólo se pretende el silencio sobre un libro que habla de ello, sino también hay muchas ganas de silenciar y de pasar página ante lo ocurrido”. Por ello, obras como este cómic son tan necesarias, porque desde la misma portada se recuerda que “¡en esos trenes íbamos todos! Siempre estaréis en nuestra memoria”, algo no se debería olvidar, porque en esos trenes viajaban estudiantes y trabajadores que acudían a su quehaceres diarios igual que todos los días lo seguimos haciendo millones de estudiantes y de trabajadores y trabajadoras en este país.