El año 2015, en sus primeros días de vida, acaba de despertar a millones de europeos con el asesinato de 12 personas en París, en el atentado terrorista contra Charlie Hebdo. El miedo está aquí y recorre Europa. La amenaza, lejana todavía para algunos de manera incomprensible, recorre Europa desde hace ya muchos años. La determinación de cada país para combatir a estos terroristas es cada día mayor, ¿Pero ocurre lo mismo en la Unión Europea como institución?
Con las imágenes todavía en la retina de cómo se asesinaba en el suelo al policía francés con toda frialdad, hay que recordar la frase pronunciada por el Presidente François Hollande, “la Republica ha sido atacada”. Es decir, la Democracia en Europa ha sido atacada y hay que reaccionar y actuar. Y en esa reacción, las respuestas, sin caer en estereotipos ni generalizaciones, deben ser firmes, valientes y coordinadas a nivel internacional, porque están en juego muchas vidas. Pero, también, porque lo que pretenden estos terroristas es acabar con el modelo de sociedad democrática en Europa para dar paso a una realidad de muerte, sometimiento y opresión.
El año 2015 es una fecha muy importante para la historia y el futuro de la Humanidad. Realizando una mirada retrospectiva, qué lejos y qué cerca queda aquel ocho de septiembre del año 2000 cuando la Asamblea General de Naciones Unidas aprobaba la Declaración del Milenio, donde los países se comprometieron en una nueva alianza mundial para reducir la pobreza. Para conseguirlo, fijaron ocho objetivos, conocidos como los Objetivos de Desarrollo del Milenio cuyo plazo de realización se fijaba para el año 2015. Este año.
En aquella Declaración del Milenio, en el punto primero dedicado a los valores y principios, se consideraba que determinados valores fundamentales son esenciales para las relaciones internacionales en el siglo XXI. Hoy, cuando todos estamos indignados por la matanza de ayer, hay que recordarlos para ponerlos en práctica a diario y convertirnos en una ciudadanía activa con la dignidad de las personas, la libertad, la igualdad y la lucha contra el terror.
Estos valores de la Declaración del Milenio son:
•La libertad. Los hombres y las mujeres tienen derecho a vivir su vida y a criar a sus hijos con dignidad y libres del hambre y del temor a la violencia,
la opresión o la injusticia. La mejor forma de garantizar esos derechos es contar con gobiernos democráticos y participativos basados en la voluntad popular.
•La igualdad. No debe negarse a ninguna persona ni a ninguna nación la posibilidad de beneficiarse del desarrollo. Debe garantizarse la igualdad de derechos y oportunidades de hombres y mujeres.
•La solidaridad. Los problemas mundiales deben abordarse de manera tal que los costos y las cargas se distribuyan con justicia, conforme a los principios fundamentales de la equidad y la justicia social. Los que sufren, o los que menos se benefician, merecen la ayuda de los más beneficiados.
•La tolerancia. Los seres humanos se deben respetar mutuamente, en toda su diversidad de creencias, culturas e idiomas. No se deben temer ni reprimir las diferencias dentro de las sociedades ni entre éstas; antes bien, deben apreciarse como preciados bienes de la humanidad. Se debe promover activamente una cultura de paz y diálogo entre todas las civilizaciones.
•El respeto de la naturaleza. Es necesario actuar con prudencia en la gestión y ordenación de todas las especies vivas y todos los recursos naturales, conforme a los preceptos del desarrollo sostenible. Sólo así podremos conservar y transmitir a nuestros descendientes las inconmensurables riquezas que nos brinda la naturaleza. Es preciso modificar las actuales pautas insostenibles de producción y consumo en interés de nuestro bienestar futuro y en el de nuestros descendientes.
•Responsabilidad común. La responsabilidad de la gestión del desarrollo económico y social en el mundo, lo mismo que en lo que hace a las amenazas que pesan sobre la paz y la seguridad internacionales, debe ser compartida por las naciones del mundo y ejercerse multilateralmente. Por ser la organización más universal y más representativa de todo el mundo, las Naciones Unidas deben desempeñar un papel central a ese respecto.
Recordemos que para que estos valores se hicieran realidad en la vida de las personas se plantearon unos objetivos del milenio que tocaba cumplir este año. El análisis de su cumplimiento lo haremos en próximos artículos. Hoy, hay que destacar que nos atañe como ciudadanos la responsabilidad individual y colectiva de preservar y respetar los principios de la dignidad humana, la igualdad y la equidad.
¡Allons enfants de la patrie!