Desde esa percepción me atrevo, no obstante, a comentar algunos de los últimos datos oficiales sobre el paro, proporcionados por el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE). Lo hago en la conciencia de que va calando el mensaje del Gobierno, según el cual se observa ya un cambio de ciclo y unos indicios sólidos de recuperación que dibujan un panorama en el que todo va a mejor. A tenor de los datos más recientes no parece que esa sea la realidad. De entrada, ahí están los más de setenta y nueve mil nuevos parados del mes de octubre. Es el tercer mes consecutivo en que ocurre lo mismo y que sitúa en unos cinco millones novecientos mil el número de demandantes de empleo registrados en el SEPE. Aunque esta es la cifra real, dicho Servicio Público, por criterios bastante discutibles, resta de dicha cifra alrededor de un millón cuatrocientos mil, hasta situar como paro registrado el de cuatro millones y medio de personas. Pero el problema no se limita, ni mucho menos, al volumen sino a un aspecto que se intenta presentar como un tema menor e inevitable, esto es, la vertiginosa pérdida de calidad del empleo existente. Y ese deterioro es algo verdaderamente grave.

En este pasado mes de octubre se ha confirmado que los trabajadores con contrato indefinido y a tiempo completo, que siempre se ha considerado como el normal, representan ya menos de la mitad de la población asalariada afiliada al Régimen General de la Seguridad Social. Es un cambio cualitativo que apenas ha tenido repercusión mediática pese a ser algo inédito en la historia laboral de nuestro país. Son, pues, de momento por una pequeña diferencia, mayoría los contratados con alguna variante de precariedad, particularmente la temporalidad del contrato o el suscribirlo con jornadas a tiempo parcial. Este fenómeno, unido a que la cifra global de horas de trabajo que se realizan en España tiende a disminuir, demuestra la falsedad de la afirmación del Gobierno de que se está creando empleo. No existe tal creación sino un vergonzante reparto del trabajo existente que conlleva un empeoramiento de la calidad y retribución del mismo.

Existen otros datos a los que se presta insuficiente atención, pero que también reflejan que la gravedad de la situación del mercado de trabajo no deriva sólo del volumen del desempleo. Estos últimos años vienen formalizándose alrededor de QUINCE millones de contratos temporales cada doce meses. Si, por otra parte, tenemos en cuenta que con este tipo concreto de contratación están trabajando tres millones doscientas mil personas, una simple división nos muestra que, como promedio, se firman anualmente cerca de cinco contratos de trabajo por individuo. Es la que llamamos rotación en el empleo, cuya dimensión resulta, sencillamente, escandalosa,

Para cerrar esta especie de círculo de la vergüenza tenemos la creciente desprotección que sufren los parados. Cada vez es menor el número de los que obtienen prestación y, a la vez, dicha prestación es decreciente. Los datos proporcionados por el SEPE el pasado mes de octubre muestran que la tasa de cobertura, esto es, el porcentaje de los que cobran algo respecto del total de parados, descendió el 6% respecto del año anterior y el 27% (¡¡) en relación a 2010, donde se alcanzó el 79%. Una mejor idea de lo que está pasando en este terreno la da saber que en los nueve primeros meses de este año se ha reducido el gasto en 4.010 millones de euros respecto del mismo período de 2013. Al final de 2014 se calcula que la reducción rondará los 5.000 millones de euros, es decir, aproximadamente lo mismo que supondrá la rebaja fiscal prometida por el Gobierno para 2015. A esto podemos llamarlo redistribución al revés de la riqueza.

En fin, al Gobierno del Partido Popular le cabe el triste balance de haber conseguido desde que llegó al poder que la cobertura a los desempleados se redujera un 23%; que disminuyera en un 10% el número de parados que perciben prestaciones; que la cuantía media de esas prestaciones bajara un 4%, y que el gasto total de la protección a los parados disminuyera un 26,5%.

Sobran más comentarios.