La experiencia indica que los vuelcos electorales requieren de cierto tiempo para consolidarse, a no ser que se produzcan circunstancias políticas o electorales extraordinarias. En el caso de España la situación es aún más compleja, en la medida que las ventajas comparativas de uno u otro de los grandes partidos obedecen en buena parte a los componentes subyacentes de lealtad o abandono de una parte de sus electores potenciales. En concreto, el PSOE ha venido cayendo últimamente en intención de voto, no porque el PP atrajera a un número importante de votantes nuevos, o que antes apoyaran a otros partidos, sino sencillamente porque buena parte de los anteriores votantes del PSOE (casi la mitad) estaban decepcionados con la trayectoria de este partido.
Por eso, si el PSOE se recupera podría incluso superar de nuevo al PP, debido a que en estos momentos en España hay más votantes potenciales de izquierda y centro-izquierda que de derecha y de centro-derecha.
Un dato importante en la encuesta de julio del CIS es que una mayoría significativa de españoles prefiere a Pérez Rubalcaba como posible Presidente del Gobierno, antes que a Rajoy. De igual manera, Rubalcaba merece unas valoraciones mejores que las de Rajoy en capacidad de diálogo y de entendimiento y en eficacia en la gestión, aspectos que en estos momentos son enormemente importantes para salir de la crisis. Por ello, no hay que desdeñar la posibilidad de que tales ventajas vayan traduciéndose progresivamente en la inclinación de voto de bastantes electores.
Lógicamente, habrá que esperar a ver si después del verano estas tendencias se ven ratificadas y confirmadas por otras encuestas del CIS y de otras entidades demoscópicas. De momento, parece evidente que existen unas potencialidades apreciables, que para desarrollarse requerirán del tiempo debido, ya que esta no es una carrera de velocidad, sino de fondo. Para ello resultará importante que los nuevos discursos tengan tiempo de ir difundiéndose, calando en la opinión pública y ganando en credibilidad.
Sobre todo, la credibilidad va a ser algo fundamental para aquellos electores progresistas que están quemados y desencantados y que sufren en mayor grado las consecuencias de la crisis y que no ven que los sacrificios exigidos se estén repartiendo de manera justa y equilibrada. Para recuperar esta confianza perdida al nivel preciso serán necesarias algo más que palabras. De ahí que sea imprescindible que aquellos que de verdad quieran que el PSOE recupere posiciones hagan todo lo posible para contribuir a esta batalla de la credibilidad, empezando por el actual Gobierno y su Presidente, que tiene que asumir por completo que ya no es la referencia política fundamental. Sin olvidar al candidato, y a su equipo, que tiene que dar nuevos pasos para demostrar –sin dejar de ser leal– que el suyo es un enfoque nuevo y que en ese enfoque va a integrar a todos los que están dispuestos a empujar en la nueva dirección que hoy es necesaria.