Al mismo tiempo, en estas sociedades, donde el bombardeo de información es constante, hay que recuperar la sensibilidad, y poner como objetivo fundamental de la humanidad la dignidad de las personas. Esto supone ampliar de manera efectiva los derechos para todos los seres humanos; acabar con la aceptación de que el fin justifica los medios; hacer frente al dinero como elemento de medición del triunfo social; y finiquitar, mediante la regulación y la política fiscal, el afán excesivo de riqueza de las elites económicas, políticas y militares.

Si esto sucede, recuperaremos la capacidad de indignación y, por tanto, de actuación, presión y exigencia a los Gobiernos elegidos democráticamente frente a cualquier injusticia, abuso, mentira, atropello, componenda, privilegio o acto criminal.

Porque una de las mayores vergüenzas que se están produciendo, desde hace ya muchos años, es el silencio, el disimulo, la ocultación, la aparente calma, la normalización de acciones deshonrosas y humillantes que padecen millones de personas, ya sea por explotación laboral, por hambre, por violencia, por abusos, por asesinatos y muertes, que por repetidas en el tiempo han provocado una especie de costra o coraza de insensibilidad en las personas.

Ejemplos hay muchos. Y solo así es posible que la humanidad esté narcotizada frente a unos acontecimientos que estamos viviendo sin dar una respuesta global:

• Mayo de 2012. Según la ONU el ejército sirio y la oposición armada cometieron graves violaciones de los derechos humanos, entre las que se incluye la tortura y ejecuciones extrajudiciales. La población está sufriendo actos de pillaje, quema de hogares, la interrupción sistemática de la distribución de comida y bebida en algunas áreas del país, y la privación de la atención médica. ¿Qué han hecho las democracias que defienden los derechos humanos? Nada a favor de las víctimas y mucho a favor de sus intereses. Unos arman a la oposición y otros arman al régimen.

• Mayo de 2013. Naciones Unidas expresa su preocupación por el uso de la detención como un instrumento de control de la migración en la Unión Europea. Y muestra su inquietud por el hecho de que se trate el tema de la inmigración como un problema de seguridad y no se aborde desde la perspectiva de las garantías fundamentales. ¿Qué están haciendo los Gobiernos? ¿Qué están haciendo los ciudadanos?

• 2008-2011. La pobreza económica ha aumentado en España un 60 por ciento. En el año 2008 era del 0,43 por ciento y en el año 2011 del 0,69 por ciento. Hay millones de españoles que tienen hambre y muchos de ellos son niños. ¿Qué ha hecho el Gobierno? Recortar ayudas y generar más pobreza y hambre. Pero ¿Qué hemos hecho los ciudadanos para evitar esa situación y que nadie pase hambre en nuestro país? Algunos manifestarse, otros cuantos ayudar, pero no han salido millones de españoles a la calle para que esto no pase.

Es preciso superar la atomización de la población que el pensamiento individualista (neoliberal) ha ido consiguiendo, en las últimas décadas, por la promesa del triunfo personal o por el miedo a un fracaso, que también han circunscrito en la esfera personal para que no se cuestionaran las injusticias y abusos en el conjunto de la sociedad de los más poderosos.

Algo es evidente hoy sin ningún tipo de duda, cuando se elimina la capacidad de empatía con el sufrimiento ajeno, enmascarándolo de fracaso personal, sin ningún tipo de responsabilidad social, se aleja cualquier tipo de reacción que vaya encaminada a transformar la sociedad sobre la base de más democracia y más igualdad real.

Frente al agotamiento presente, volvamos a la fortaleza moral que se predica y práctica. A una moral que nos imponemos individual y colectivamente desde la libertad, pero con el objetivo de la dignidad para todos los seres humanos. Solo de esa manera aprenderemos a tomar decisiones moralmente justas. Solo así seremos ciudadanos libres que se levantan contra la injusticia, el abuso y el privilegio. Ciudadanos libres que hacen real el sueño de más justicia, igualdad y libertad.