A lo largo de la Conferencia ha quedado clara la interrelaciĂłn entre agua y energĂa (la obtenciĂłn de agua limpia exige energĂa y la producciĂłn energĂ©tica exige la disponibilidad de agua en mayor o menor medida) y, sobre todo, la fuerte y creciente incidencia de ambas (agua y energĂa) en la evoluciĂłn y crisis ambiental del Planeta.
Los representantes de las distintas Agencias de la ONU han dejado clara la gravedad de la problemática asociada al hecho de que las necesidades de nuevas disponibilidades hĂdricas, para el 2030, llevan a estimar que puede existir para esa fecha una demanda insatisfecha del orden del 30 al 40% en el planeta; y que dicha demanda insatisfecha puede llegar a afectar a del orden del 55% de la poblaciĂłn mundial en 2050, pudiendo ser una de las causas de generaciĂłn de graves conflictos territoriales. Igualmente, para el 2030, el mundo necesitará un 50% más de alimento y del orden de un 43% más de energĂa, al mismo tiempo que esta oferta es cuestionada y crecientemente encarecida por los lĂmites ambientales del Planeta. Como ya se ha señalado en otras ocasiones, para 2030, con la dinámica actual, se necesitarĂan los recursos y capacidad de asimilaciĂłn y depuraciĂłn de más de dos planetas para solventar las necesidades de consumo y reciclado de la contaminaciĂłn de la humanidad. Y son necesarias medidas urgentes que prevean y eviten los efectos catastrĂłficos a que puede conducir esa situaciĂłn.
En la Conferencia estaba implĂcito en las discusiones, y en muchas ocasiones ha quedado claramente explĂcito, que existe la tecnologĂa necesaria para resolver en parte estos problemas. La mejora derivada en la productividad del uso del agua y en la puesta a disposiciĂłn de nuevas ofertas hĂdricas puede resolver el 40% de las nuevas necesidades hĂdricas, pero el 60% restante tiene que venir asociada a nuevos volĂşmenes de inversiĂłn y a capacidades de gestiĂłn no aseguradas en la actualidad ni priorizadas por Gobiernos e Instituciones en magnitudes que estĂ©n en consonancia con la gravedad potencial del os problemas esperados. Adicionalmente, la producciĂłn energĂ©tica utiliza del orden del 8% del agua dulce disponible a nivel mundial, pero en algunos paĂses desarrollados llega a superar hasta el 40% del total. Y el incremento de poblaciĂłn esperado hasta 2030, sus necesidades de alimentaciĂłn y su demanda energĂ©tica implican una fuerte presiĂłn hĂdrica adicional, con lo que las necesidades de agua se espera que crezcan muy significativamente mientras que el cambio climático puede afectar de forma muy grave a las áreas que ya soportan dĂ©ficit hĂdrico o en las que son crĂłnicas las situaciones de sequĂa. SituaciĂłn en la que hay que situar muchas de las regiones españolas, en las que la sobreexplotaciĂłn de acuĂferos y los procesos periĂłdicos de sequĂas agudas dan una dimensiĂłn especial a las interrelaciones entre energĂa y consumo hĂdrico. De hecho, en España, de unos 55.000 hectĂłmetros cĂşbicos almacenados en los embalses, del orden del 40% están asociados a la producciĂłn hidroelĂ©ctrica. Y con la excepciĂłn de la producciĂłn de energĂa elĂ©ctrica eĂłlica o solar, todo el resto de sistemas de producciĂłn de electricidad utilizan agua en mayor o menor proporciĂłn (nuclear, tĂ©rmica, ciclo combinado, termosolar, …) o generan efectos contaminantes sobre el recurso hĂdrico de mayor o menor significaciĂłn.
Esta problemática, con pequeños matices, ya era conocida, por lo que, en varias sesiones, la cuestiĂłn que se planteaba era la de: ÂżquĂ© es nuevo ahora? Y las respuestas más generales recogĂan hasta seis consideraciones diferenciales: 1) El riesgo ambiental derivado de las contradicciones entre los crecientes usos y los limitados recursos, derivadas del crecimiento de poblaciĂłn, consumos y agresiones al medio, en los que el agua y la energĂa cobran una particular importancia e incidencia. 2) El mejor conocimiento de las interrelaciones sistĂ©micas en la globalidad de los procesos ecolĂłgicos y socioeconĂłmicos. 3) Objetivos cada vez más integrados,al menos en los discursos formales de las instituciones y de muchos gobiernos, con la mirada teĂłricamente puesta en un desarrollo ambientalmente más sostenible, ante la consciencia de la importancia de esa sostenibilidad ambiental y de las interrelaciones implĂcitas en la misma. 4) Un mayor conocimiento cientĂfico de los procesos y de las formas de optimizar su planificaciĂłn e interrelaciĂłn. 5) Más y más eficientes tecnologĂas disponibles en materia de agua, energĂa y en la optimizaciĂłn de la eficiencia en su uso independiente e interrelacionado. 6) Mayores esfuerzos por aportar a la sociedad una informaciĂłn más Ăştil, con una mayor transparencia, que favorezca la compresiĂłn ciudadana de retos y objetivos, asĂ como un mayor esfuerzo por integrar a la sociedad civil en las tomas de decisiones, sobre todo en los ámbitos en que las medidas son más cercanas al uso directo de las infraestructuras y recursos naturales.
Aunque las Conclusiones de la Conferencia (Lecciones aprendidas) todavĂa no están disponibles, sĂ es factible destacar algunos de los aspectos que en mi opiniĂłn son más significativos y de utilidad para la problemática española en materia de agua y energĂa. AsĂ, las empresas especializadas y las agencias internacionales tienen una confianza total en que procesos como sistemas inteligentes (territorios o ciudades inteligentes) permitan enfocar la problemática de manera racional y eficiente, minimizando los problemas asociados en base a ese mayor dominio tecnolĂłgico, por lo que, para ellos, la problemática fundamental gravitarĂa sobre los paĂses emergentes o en desarrollo, sin medios para la aplicaciĂłn de las tecnologĂas correspondientes.
En este sentido, en España hay una tendencia creciente a considerar que los saltos hidroelĂ©ctricos reversibles pueden ser una buena soluciĂłn para almacenar agua en los perĂodos en que la demanda energĂ©tica es inferior a las potencialidades nucleares y de las renovables en funcionamiento, utilizándose este excedente para elevar caudales a los embalses de cabecera y mantenerla como energĂa potencial para las Ă©pocas en que la demanda supera la capacidad de producciĂłn renovable. El ejemplo Ăłptimo y paradigmático serĂa el sistema integrado de balsas y aerogeneradores establecido en la isla de El Hierro para asegurar un sistema energĂ©tico eĂłlico-hidráulico renovable interdependiente de bajo coste. Igualmente se considera que existen posibilidades de mejora de la eficiencia de regadĂos en tĂ©rminos de consumo de energĂa –que se ha convertido en uno de los principales costes de la agricultura de regadĂo- con ejemplos como el entubamiento de los principales canales de la red de riego para ahorrar energĂa, que se está llevando a cabo por parte de sociedades de regantes, que muestran que hay alternativas de mejora tecnolĂłgica eficiente cuya aplicaciĂłn y desarrollo va en consonancia con el incremento de los costes de la energĂa.
Sin embargo, no queda claro (o al menos no me queda personalmente claro) que los esfuerzos inversores y la automatizaciĂłn de muchos de estos procesos sean realmente eficientes en tĂ©rminos de usos de recursos y en tĂ©rminos de eficiencia final en su uso; o que no establezcan una dependencia excesiva de los gestores/mantenedores de los sistemastecnolĂłgicos, y que su aportaciĂłn global a la sostenibilidad del desarrollo, o al coste de acceso a los recursos hĂdricos o energĂ©ticos no sea, en algunos casos, muy discutible. Porque existe una problemática adicional, asociada a los costes crecientes de disponibilidad de ese agua y de esa energĂa por las inversiones y tratamientos necesarios, en estos tiempos en que las desigualdades socioeconĂłmicas generadas por el modelo establecido y promovido por los Gobiernos a instancias de los beneficiarios del mismo (capital financiero-especulativo, fundamentalmente) están llevando a una cuarta parte de la poblaciĂłn de los paĂses desarrollados al riesgo de pobreza, con cifras mucho más elevadas, ya cercanas al 30%, para paĂses como España; donde, además, la creciente precariedad en los puestos de trabajo, el porcentaje creciente de jubilados y desempleados sobre la poblaciĂłn total, y la desmembraciĂłn de la sociedad del bienestar -con menores niveles de cobertura y la generalizaciĂłn del copago- están llevando, de forma creciente, a un importante nĂşmero de familias al grupo de los denominados colectivos en pobreza energĂ©tica o hĂdrica: personas con incapacidad de pagar las facturas de acceso a la energĂa o al agua.
Por otro lado, en la relaciĂłn agua-energĂa se constata un claro desequilibrio en tĂ©rminos econĂłmicos. Mientras que para una empresa de gestiĂłn del recurso hĂdrico del orden de un 30% de su coste operativo viene representado por el coste energĂ©tico necesario para gestionar el agua, a las empresas energĂ©ticas su elevado consumo hĂdrico para generar electricidad (mover las turbinas o enfriar el proceso), o la afecciĂłn a las disponibilidades de este recurso por la contaminaciĂłn hĂdrica generada por la obtenciĂłn de recursos energĂ©ticos (fracking, minerĂa,..), por otros tipos de contaminaciones (radiaciĂłn, vertidos, etc.), o por la inmovilizaciĂłn de recursos hĂdricos que supone su almacenamiento para la generaciĂłn hidroelĂ©ctrica, no tienen una repercusiĂłn significativa en los costes de producir esa energĂa, con lo que se produce, frecuentemente, un despilfarro de recursos hĂdricos que son, normalmente, proporcionales a los consumos asociados.
En la Conferencia se han presentado diferentes innovaciones tecnolĂłgicas en refrigeraciĂłn seca e hĂbrida para la generaciĂłn de energĂa elĂ©ctrica, o en la utilizaciĂłn de una combinaciĂłn de energĂas renovables para asegurar que Ă©stas están disponibles cuando se necesitan en la gestiĂłn del agua, pero todas ellas exigen polĂticas y recursos de inversiĂłn, y generan nuevos costes, que no siempre pueden ser asumidos en la situaciĂłn actual.
En este marco, y como es intrĂnseco a la labor y posiciĂłn de Naciones Unidas, su apuesta y recomendaciones se centran en promover la cooperaciĂłn entre las partes tambiĂ©n en este campo del agua y la energĂa, en el que estiman que, en un mundo como el actual, la cooperaciĂłn y las alianzas son una necesidad que no es posible obviar, ya que es sencilla de establecer, amplĂa la capacidad de intervenciĂłn, permite mejoras muy sustanciales en la eficiencia y en el ahorro de agua y energĂa, permite soluciones más sostenibles ambientalmente, y viabiliza los derechos de acceso al agua y a la energĂa para el conjunto de la colectividad. En todo caso, cualquier proceso de cooperaciĂłn implica aceptar que la consecuciĂłn de objetivos complejos, que afectan al presente y al futuro de la poblaciĂłn del planeta, no se puede resolver de forma individualizada; y que es desde esa cooperaciĂłn desde la que es factible encontrar soluciones concertadas y globalmente eficientes si se parte del adecuado enfoque cientĂfico y tĂ©cnico, se establecen en base al interĂ©s general a largo plazo, y las soluciones no se subordinan a los intereses particulares de los implicados.
Adicionalmente, otra faceta de estos problemas está asociada a la dimensión territorial. No existe una solución general aplicable a cualquier situación o territorio, si bien el servicio es finalmente local (dotación y abastecimiento a la población) de lo que se deriva la importancia de la concertación/alianzas a nivel local, y las ventajas asociadas a planteamientos que favorezcan la obtención de recursos que puedan derivarse de los propios ámbitos locales, evitando la dependencia externa y los costes de trasporte de los recursos, salvo si no existen alternativas eficientes.
En este sentido, uno de los aspectos fundamentales considerados en la Conferencia ha tenido que ver con los precios del agua y de la energĂa, constatándose, de forma generalizada, que existe un importante gap, sobre todo en el caso del agua, entre los costes de puesta a disposiciĂłn más los costes de oportunidad y ambientales asociados al agua, y las tarifas que se cobran por la disponibilidad de este recurso, sobre todo en el campo de las actividades productivas, incluida la propia producciĂłn de energĂa. Dicho desajuste no ayuda a una utilizaciĂłn ni asignaciĂłn racional del recurso hĂdrico ni incide adecuadamente en una valoraciĂłn correcta de los costes reales de la energĂa derivados del consumo/inmovilizaciĂłn del recurso hĂdrico. Ni tampoco ayuda a una evaluaciĂłn correcta de la rentabilidad de las inversiones privadas ni del papel que debe corresponder a la inversiĂłn pĂşblica en los procesos hĂdricos o energĂ©ticos.
Y en este marco se constata que, desgraciadamente, en España se ha desaprovechado la oportunidad que significaba la elaboraciĂłn de los Planes HidrolĂłgicos de DemarcaciĂłn, que han sustituido a los antiguos Planes HidrolĂłgicos de Cuenca, para incorporar la problemática asociada a las interrelaciones entre agua y energĂa, y para incorporar la importancia de establecer una valoraciĂłn adecuada de las repercusiones econĂłmicas, en tĂ©rminos de costes y de disponibilidad del recurso hĂdrico, que implican los horizontes de sequĂas periĂłdicas (con perĂodos de retorno del orden de once años) que caracterizan a este paĂs. Ni tampoco se han considerado adecuadamente las consecuencias potenciales del calentamiento climático a medio plazo, ni las medidas econĂłmicas previsoras de sus efectos más negativos. El haber dispuesto –afortunadamente- de un ciclo hĂdrico, desde 2008, de fuerte pluviosidad ha hecho olvidar los problemas histĂłricos padecidos y la gravedad de los acontecidos en 1993-1995 o en el perĂodo 2004-2008. Se han establecido acuerdos entre las Comunidades AutĂłnomas afectadas por el Trasvase Tajo-Segura en momentos de fuertes recursos hĂdricos, que difĂcilmente soportarán los efectos de la prĂłxima sequĂa. Y aunque las desalinizadoras desarrolladas por el Programa AGUA, puesto en marcha en 2004, asegurarán en las prĂłximas sequĂas el agua necesaria para abastecer a la poblaciĂłn, industria y sector servicios, con particular significaciĂłn del sector turĂstico, las disponibilidades no serán suficientes para abastecer la creciente demanda agrĂcola; y volverán las tensiones y los problemas interterritoriales, que deberĂan haberse previsto y enfocado a travĂ©s de una polĂtica de precios del agua que fuera acercando las tarifas repercutidas a los agricultores a los costes reales de la disponibilidad de los recursos hĂdricos. Y tampoco se han tenido en cuenta aspectos fundamentales en la sociedad actual como son la huella hĂdrica y energĂ©tica de las actividades correspondientes(por ejemplo, un kilo de trigo implica el consumo de del orden de 1,5 metro cĂşbicos de agua y de unos 10 mega-julios de energĂa, y un kilo de carne del orden de diez veces más de agua y veinte veces más de energĂa)de manera que dos de los más graves problemas que afectan a la sociedad española en la actualidad y que presentarán una problemática creciente en el futuro pudieran enfocarse con criterios de eficiencia y racionalidad para el interĂ©s general.
En todo caso estamos lejos de ser capaces de aprender de los errores histĂłricos y nuevamente el actual Gobierno tiene en su mesa la posibilidad de abrir la puerta al trasvase del Ebro tras la finalizaciĂłn de los Planes HidrolĂłgicos de DemarcaciĂłn (sĂłlo resta el del JĂşcar) bajo la acientĂfica premisa de que esta cuenca es excedentaria y tras el reiterado error de no considerar la totalidad de costes y efectos derivados de las distintas situaciones ligadas al recurso hĂdrico en nuestro paĂs.
Pero no es previsible que en España, en 2014, se vea la puesta en marcha del cada vez más imprescindible cambio de rumbo en polĂticas pĂşblicas que piensen más allá del PIB, se centren en los intereses generales de las personas a largo plazo, y subordinen a estos a los dominantes intereses a corto plazo del capital. Y ello pese a que algunas de las consecuencias de estos procesos, como lo acontecido con el cambio climático, sean cada vez más evidentes y sus efectos cada vez más graves para la sociedad. Y el negativo giro que se está produciendo en la UniĂłn Europea en estas materias de agua y energĂa, que se habrá de concretar en el prĂłximo Consejo Europeo de marzo de este año, bajo la Presidencia de Grecia, no deja abierto mucho camino a la esperanza de que sea el interĂ©s general a largo plazo el que presida las decisiones que se adopten. Afortunadamente este año hay elecciones a un Parlamento Europeo con importancia creciente en el devenir de la UniĂłn. Esperemos que una informaciĂłn adecuada a los ciudadanos y el malestar y contestaciĂłn creciente de distintos grupos sociales, permitan exigir que se defienda una polĂtica más cercana a los intereses generales a largo plazo, modificando la continuaciĂłn de medidas que finalmente implican trasvases de renta a grupos de intereses oligopolistas (sector financiero, energĂ©tico, grandes corporaciones gestoras de los recursos hĂdricos, …).
ÂżPercibirá a tiempo la poblaciĂłn la gravedad de la situaciĂłn y obligará a los polĂticos a un cambio de comportamiento, y de enfoque en los objetivos de sus medidas, centrando Ă©stas en el bienestar de los ciudadanos presentes y futuros, y no en estos intereses particulares?