Por su parte, los Presupuestos Generales del Estado- corregidos recientemente en sus grandes cifras- se aprobaron con una inflación prevista del 2 por ciento para el presente año y ha servido de base para fijar los incrementos de las pensiones y las retribuciones de los funcionarios.

Estas dos referencias resultan básicas para negociar los salarios del año 2009 a través del paraguas que representa el diálogo social y en concreto el Acuerdo Interconfederal de Negociación Colectiva (ANC), que se viene negociando y firmando desde el año2002, así como de los más de 4000 convenios que se negocian todos los años a distintos niveles.

Nos llama la atención en este comienzo de año el retraso que se está produciendo en la negociación de convenios- no hay ningún argumento aparente que lo justifique- puesto que la situación de crisis económica aconseja cerrar en positivo este capítulo cuanto antes, con el propósito de eliminar incertidumbres y clarificar el panorama de las empresas en esta materia.

Dando por descontado que es el momento de abordar los salarios, no debemos desconocer que lo más importante actualmente es la creación de empleo y la protección social de los parados. No obstante, debemos reafirmar que los salarios son compatibles con esa preocupación compartida por todos, puesto que está demostrado que pueden ayudar al crecimiento de la economía y por lo tanto a la creación de empleo, además de soportar las necesidades básicas y las deudas contraídas por las familias entre las que se encuentran, no lo olvidemos, los créditos hipotecarios.

El ANC se ha venido negociando hasta ahora respetando tres principios irrenunciables para los sindicatos:

• La referencia de la inflación prevista fijada por los Presupuestos Generales del Estado.

• Los aumentos de productividad que se producen en las empresas y que generan el colchón que permite que los salarios ganen poder adquisitivo.

• La inclusión de la cláusula de revisión en todos los convenios para garantizar plenamente los incrementos pactados ante una hipotética deriva al alza de la inflación.

Hasta ahora, esta política ha garantizando la moderación salarial, compatible con un ligero aumento del poder adquisitivo de los salarios, aunque ello no ha ocurrido todos los años según algunos analistas. Sin embargo, lo que nadie discute es que en los últimos años los salarios han perdido presencia en la renta nacional y esto siempre hay que tenerlo en cuenta en vísperas de una nueva negociación colectiva. En cualquier caso, el resultado ha traído consigo una etapa prolongada de estabilidad laboral en torno a la negociación colectiva dada la responsabilidad puesta de manifiesto por los sindicatos- sin obtener contrapartidas tangibles- que no ha sido reconocida en su justa medida ni por los empresarios ni por el propio gobierno.

En esta ocasión los sindicatos, obviamente, siguen apostando porque los salarios mejoren el poder adquisitivo de los trabajadores. Para conseguirlo parten del 2 por ciento de inflación prevista para este año, y no deben olvidar que muchos trabajadores habrán perdido poder adquisitivo en el año 2008 al no activarse la cláusula de revisión de sus salarios, a pesar de que la inflación media se ha situado en el 4,1 en el año 2008. No se trata con ello de revisar los principios- los sindicatos ya han advertido que no van a reivindicar la inflación media como referencia- sino de tener en cuenta este hecho en las mesas de negociación, sobre todo porque los empresarios van a plantear seguramente que la inflación para este año puede establecerse claramente a la baja según todas las previsiones. En todo caso, independientemente de lo pactado, la cláusula de revisión salarial se debe introducir en todos los convenios para garantizar el cumplimiento de la totalidad de los acuerdos.

Otro asunto a tener en cuenta en los convenios se refiere al reparto de los avances que se producen por una mejora de la productividad que se produce en las empresas. Por ejemplo: que porcentajes se dedican a la creación de empleo, a la reducción de la jornada laboral y a los salarios. Este es el margen- según la filosofía que inspira el ANC- que tienen los salarios para que mejoren su poder adquisitivo sin perder de vista la importancia que tiene el empleo y la duración de la jornada en un centro de trabajo.

Además de ello, en los convenios se debe seguir trabajando, más si cabe, por conseguir la igualdad de salarios entre hombres y mujeres reduciendo la diferencia que les separan (el salario de la mujer representa en torno al 70 por ciento del salario masculino). También se debe hacer un esfuerzo en beneficio sobre todo de los jóvenes, las mujeres, y los inmigrantes- que perciben salarios más bajos y, en todo caso, resultan inferiores a la media-, estableciendo un salario mínimo garantizado de convenio por encima de los 1000 euros. Sin olvidar el compromiso, en este caso del gobierno, relacionado con el salario mínimo interprofesional (SMI) – el incremento fijado para este año es claramente insuficiente y ha sido rechazado por los sindicatos- que debe estar encaminado a la consecución del 60 por ciento del salario medio neto de convenio en el año 2012, según establece la carta socia europea.

Como podemos observar, a pesar de trabajar con porcentajes bajos de un dígito, los salarios siguen siendo importantes en la negociación colectiva, sobre todo para los más desfavorecidos que no tienen otra fuente de ingresos, resultando decisivos para cubrir múltiples necesidades sin olvidar que su contribución dinamizará el consumo y por lo tanto el crecimiento de la economía y el empleo como señalábamos anteriormente.

En todo caso, esta realidad refuerza la necesidad de revitalizar la negociación colectiva discutiendo otros asuntos de mucha relevancia en los convenios, además de los salarios: la articulación de la negociación colectiva a distintos niveles; el mantenimiento del empleo; el contrato de trabajo y la precariedad laboral; la organización del trabajo; la introducción de nuevas tecnologías; el aumento de la productividad; el absentismo; la prevención de riesgos laborales; y la salud y el medio ambiente en los centros de trabajo; por poner algunos ejemplos. Y todo ello debe hacerse de una forma permanente y continuada, de tal manera que la firma del convenio no agote el diálogo y la negociación en la empresa, ratificando con ello el protagonismo que corresponde a los interlocutores sociales y a la propia negociación colectiva.