Lo que la Señora Tachaguirre desconoce es que, después del pulso con los sindicatos, primero, los sectores más moderados del conservadurismo británico sustituyeron a la “dama de hierro” y, segundo, a continuación vino uno de los períodos más largos de gobierno laborista en el Reino Unido. Eso sí, el daño causado a los Sindicatos ya estaba hecho.

En estos momentos, los consejeros áulicos de la Señora Tachaguirre piensan que la lideresa puede ganar protagonismo público con esta propuesta –deshaciendo la falacia del equipo de Rajoy en su curioso afán por presentar al PP, como el “partido de los trabajadores”–, al tiempo que puede sintonizar con aquellos sectores de la opinión pública más renuentes a la actual estrategia sindical de confrontación mediante la huelga general.

Sin embargo, los que se limitan a reír las gracias a la fogosa lideresa y se encogen de hombros ante las posibilidades de proceder a una nueva vuelta de tuerca restrictiva a la influencia sindical, desconocen el carácter irresponsable que se esconde detrás de las actuales estrategias antisindicales. ¿Alguien se imagina, en las circunstancias actuales, cómo podrían llegar a ser las condiciones laborales de la mayor parte de los ciudadanos, si los sindicatos ven aún más mermadas sus posibilidades de influencia y poder? ¿Quién propiciará algunos de los equilibrios sociales necesarios si los sindicatos se ven aún más debilitados?

Los sindicatos han sido, son y tienen que ser piezas fundamentales del equilibrio social y laboral que se alcanzó en las sociedades avanzadas de nuestro tiempo. Un equilibrio que desde hace años se viene alterando, con efectos enormemente negativos. Por eso cualquier nuevo paso en las estrategias de debilitamiento de los sindicatos es una irresponsabilidad histórica y social.