La concesión del Premio Nóbel de la Paz al “ex Presidente electo” fallido de los Estados Unidos, junto al panel de expertos de Naciones Unidas sobre cambio climático, es un signo del peso que están alcanzando en la opinión pública los problemas del cambio climático.

Antes de ser siquiera candidato a la Vicepresidencia con Bill Clinton, Gore había escrito un libro con el expresivo título de “Balance de la Tierra”, en el que se pronunciaba a favor de una visión global y conservacionista para hacer frente a los riesgos del deterioro ecológico (y social). En el libro Gore bromeaba diciendo que sus asesores le habían aconsejado limar y moderar algunos planteamientos, advirtiéndole que con tales posturas nunca llegaría a ser Presidente de los Estados Unidos.

Varios años más tarde, los vaticinios se cumplieron con toda rotundidad, en un acontecimiento que fue uno de los episodios más vergonzosos en el funcionamiento de la democracia americana. Después de ganar en votos a Bush, y también en compromisarios –como se vio en ulteriores recuentos privados de Universidades y medios de comunicación–, la Corte Superior de Estados Unidos acabó prohibiendo el recuento oficial y público de votos en el Estado de Florida, donde había ocurrido de todo. Pero, la sensación de vértigo que se había producido, tras varios días de incertidumbre, acabó llevando a los senadores demócratas, sin excepción, a dejar sólo a Gore frente a cualquier posibilidad de mantener abierto el contencioso. De esta manera, Bush y los suyos acabaron “birlando” la Presidencia del país más poderoso de la Tierra al ahora Premio Nóbel de la Paz. ¿Cómo hubiera sido la historia de estos años sin Bush en la Casa Blanca?

Ante una experiencia tan frustrante e insólita –en múltiples aspectos–, Al Gore no se rindió y empezó a canalizar sus esfuerzos hacia intentar una sensibilización pública mundial sobre el cambio climático, esfuerzos que ahora han sido objeto de reconocimiento y distinción pública por la Fundación Nóbel, en una forma que, sin duda, también refuerza el papel de Gore en el interior de los Estados Unidos. Lo cual puede ser de una importancia considerable.