La primera pista llegó con aquella condición tan llamativa que un partido “emergente” planteó como “línea roja” para facilitar la formación de gobiernos regionales: que se celebren elecciones primarias en los partidos.
Enseguida aparecieron más “líneas rojas” en el mismo sentido: “Antes de empezar a hablar, Gallardón y Leguina deben salir del Consejo Consultivo de Madrid”.
Y la confirmación llegó de la mano de esos titulares tan del gusto de los gurús más “cool” en la nueva comunicación política: que si los gobiernos “no saldrán gratis” y que si tal o cual partido debe “dar un giro de 180 grados”.
Imagino la profunda decepción que habrán sufrido millones de españoles ante exigencias tan originales por parte de quienes se presentaron a sí mismos como baluartes de la “nueva política” y de la “regeneración democrática”.
¿Que celebremos primarias? ¿Que Gallardón y Leguina dejen de percibir sueldo público en un Consejo Consultivo para percibirlo en la Fiscalía o en el Instituto de Demografía? ¿Que no sé quién gire no sé cuántos grados de no sé dónde a nadie sabe qué lugar?
¿Y qué hay de los 600.000 mil parados que tenemos en Madrid? ¿Qué hay del 90% de madrileños que solo alcanzan a firmar contratos precarios? ¿Qué hay de los 250.000 trabajadores pobres de Madrid? ¿O de la sanidad en riesgo de privatización? ¿O de la educación recortada? ¿O de la dependencia jibarizada?
Los acuerdos entre fuerzas políticas son una necesidad derivada de los resultados electorales y de la ausencia de mayorías en Ayuntamientos y Parlamentos autonómicos. Pero la finalidad de los acuerdos no puede limitarse a los cálculos tacticistas de unos y otros de cara a las siguientes elecciones.
Gabilondo lo ha denunciado a su modo y tiene toda la razón. “Hay que hablar de la ciudadanía antes de las elecciones, y también después de las elecciones”. Porque pareciera que muchos de los que apelaban al interés de la ciudadanía hasta el 24 de mayo, solo atienden ahora al interés de su propia imagen pública o al interés de su partido en la lucha por la Moncloa.
¿Alguien ha escuchado a alguno de estos líderes emergentes hablar sobre las políticas activas de empleo necesarias en Madrid? ¿O sobre la necesidad de fortalecer la atención primaria para descongestionar las urgencias sanitarias? ¿O sobre la pertinencia de rebajar las tasas universitarias para el próximo curso?
Ni una palabra. Solo primarias, personajes ilustres con los que hacer titulares y frases huecas de puro marketing. Y después nos quejamos de la desafección a la política.
En Madrid algunos estamos empeñados en hacer realidad el cambio que los madrileños han votado muy mayoritariamente. Tenemos un candidato honesto y capaz para encabezarlo. Se llama Ángel Gabilondo. Y quizás podamos sacarlo adelante, si algunos comienzan a pensar antes en el futuro de la ciudadanía madrileña que en su propio futuro.