Esos problemas surgen del déficit de análisis político y económico tras ocaso de la sociedad socialdemócrata de la postguerra, del mundo moderno, que se traducen en consecutivos fracasos de los socialistas en Europa. No solo los socialistas pierden el gobierno sino que se dividen por la esquizofrenia que les supone la ideología clásica de izquierda y la gestión de una economía mundializada. Los socialistas italianos desde hace años ilustran esta escisión suicida. Tony Blair lanzó el laborismo a una tercer vía más que dudosa. Llegó la discrepancia de Oscar Lafontaine que con Linke rompiendo con el SPD. En Francia la extrema izquierda y las disidencias socialistas crean un serio problema ante cualquier elección presidencial. Y esto ocurre cuando las condiciones sociales, el empobrecimiento de muchos asalariados, el paro, la proletarización de gran parte de las clases medias, las desastrosas crisis desencadenadas indiscutiblemente por las potencias financieras, los clásicos avales de la Derecha… tendrían que aportar fuerza y votos al socialismo.
De haber ganado el PSOE las últimas elecciones tendría que haberse enfrentado a los mismos problemas que se le plantean hoy en cuanto a la definición de una política. Los tenía y no podía detenerse en analizarlos y buscar soluciones de futuro para la sociedad, quizá porque tenía la responsabilidad de gestión de la situación, antes de la crisis y con la crisis. Hoy los electores le han liberado de estas trabas, dándole TIEMPO para REFLEXIONAR y DEBATIR. Tres palabras fundamentales .
DEBATIR, porque efectivamente puede haber diversas apreciaciones y cabe organizar su controversia. Parece ser que lo único que esta organizado o previsto es debatir sobre las personas: quién será el próximo Secretario general y cómo se eligirán los próximos candidatos a los principales cargos institucionales. En realidad, ese debate prácticamente no existe ya que todas las ideas avanzadas dicen que hay que copiar el modelo francés, desde luego, no muy exitoso de momento y que pocos afiliados del PSOE conocen en profundidad con sus pros y sus contras.
REFLEXIONAR, porque la sociedad ha cambiado y muchas de las soluciones clásicas no sirven o su rectificación es precipitada. Recordemos que desechamos las nacionalizaciones por estimarlas contraproducentes sin haber analizado seriamente la futura evolución de la economía de libre mercado. Hoy ya no son las nacionalizaciones las que se cuestionan, sino los servicios públicos. También porque estamos en una Unión Europea que nos ofrece inmensas ventajas pero iguales coacciones. Un ejemplo: en Francia una compañía de ferrys, Sea France, quiebra, lo que provoca un paro directo e indirecto anunciado de unas dos mil personas. El Gobierno y las instituciones regionales quieren salvar la empresa pero no la pueden ayudar porque Bruselas lo prohíbe, cuando autoriza que se rescaten los Bancos. La solución de muchos problemas no está dentro de nuestras fronteras, sino en “nuestra” Europa.
TIEMPO, para reconstruir unas propuestas, analizar sosegadamente y no bajo la premura de un Congreso precipitado y amargo. Lo que ocurre en Europa, en nuestro país y en nuestros ciudadanos, primeros responsables, hay que decirlo, de la deuda española. Tiempo que hay que devolver a una militancia desorientada el sentido de la responsabilidad y el derecho a expresarse. No se oye hablar de calendario y esto es inquietante. Si se respetan los estatutos del PSOE el próximo Congreso sería después de las próximas elecciones generales de 2016. ¡Quién puede creerse que esto es serio! En 2014 se celebrarán importantísimos comicios para la época actual: las elecciones europeas. Si los congresistas se fijan en estas dos fechas deberán comprender que antes de las elecciones europeas hay que incitar a los socialistas europeos a celebrar un debate común, y que antes de las próximas elecciones generales los militantes deben ser convocados a un Congreso ordinario, con un preparación normal y en ningún caso precipitada. Y que no se abuse de las Conferencias, fueron creadas tras la Conferencia de Organización de 1983, preparada durante meses, para abordar temas cuya urgencia no podía esperar a un Congreso ordinario.