DOSCIENTOS AÑOS DE SOLEDAD
La existencia de un adversario es el ingrediente –secreto a voces- para la creación de una identidad. Esto deben saberlo bien nuestros conservadores, que sentirán haber ganado otra contienda si, finalmente, consiguen liderar la recuperación de la memoria de 1812. En este extraño devenir de los acontecimientos, y de baile de papeles, habría hasta cierto regusto marxista, si la izquierda de entonces fuera realmente la derecha de ahora; pero esta lectura no sería del todo veraz. Porque no es preciso rebuscar entre los libros para saber que, entonces, ya existía un movimiento que se oponía a la redacción de aquella constitución que, hoy, encontramos tan celebrada. Las Cortes de Cádiz eran la vanguardia de la vanguardia cuando, también aquel día, cualquier ánimo de progreso se descalificaba y se hacía sentir opuesto a una imaginada esencia en nuestra nación.
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