Autor: Ignacio Rupérez

En la Unión Europea con la crisis se realiza un trabajo que recuerda al que académicos y expertos llevan a cabo de forma periódica con los catálogos e inventarios de los grandes maestros de la pintura; como si fueran de goma los registros, o acordeones, catálogos e inventarios menguan y se alargan, se cierran y se abren, y de un ejercicio a otro figuran grandes diferencias en el número de obras confirmadas, atribuidas, de taller o claramente falsas. Efectivamente con la crisis la condición europea se tambalea, escasea el europeo auténtico y menudean sucedáneos y copias.

En Israel se suele saber quién ganará las elecciones, no tanto qué Gobierno se formará después. Tras las votaciones del 22 de Enero el Parlamento ha quedado escindido en dos bloques, con la coalición ganadora, hasta ahora en el poder, que ha perdido hasta 11 escaños, y un sector del centro y la izquierda en notorio ascenso. Después de la coalición Israel Beitenau, de Netanyahu y Lieberman, vienen Yesh Atid, la gran sorpresa, como su líder Yair Lapid, y los laboristas.

Las negociaciones entre israelíes y palestinos podrán dar fruto más o menos apetecible si se reconoce ya a Palestina como Estado, antes, no después o en lugar de reconocerlo; la paz y el Estado son compatibles. Con independencia de la fórmula que se adopte en las Naciones Unidas, probablemente y al menos de momento la fórmula de Estado observador que se aplica al Vaticano, tal reconocimiento ayudará de manera esencial a encontrar la solución del larguísimo conflicto, la ocupación militar y la violencia endémica, donde por lo general los palestinos se han encontrado situados en la peor parte.

No es para tanto. El torrente de filtraciones de documentos del Departamento de Estado no incide en los circuitos de información más estrictos, no añade gran cosa al conocimiento de los problemas, con independencia de detalles verdaderamente sabrosos, confirma la independencia de la Justicia española y no va poner en peligro la paz y la seguridad mundiales, tampoco las relaciones de España y los Estados Unidos. A lo que sí ha ayudado es a favorecer el cotilleo y a intensificar ese furioso antiamericanismo contra un Gobierno presuntamente capaz de realizar las maniobras mas siniestras, juegos de infinita suciedad, o sea, para cerciorar a los convencidos e ilustrar a los ignorantes, porque los Estados Unidos son el país a temer.