Autor: Oscar Iglesias

La contaminación atmosférica constituye un grave problema para la salud, aunque la percepción que tienen los ciudadanos sobre el mismo no es elevada si lo comparamos con las consecuencias que tiene para la salud y el número de muertes que ocasiona. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se estima que la contaminación atmosférica causa cada año en el mundo alrededor de dos millones de muertes prematuras. 5.479 personas al día.

El impulso de la globalización económica neoliberal durante las últimas décadas ha supuesto el retroceso de los programas de protección social, y ha tenido entre sus consecuencias la reducción de la autonomía de los Estados a la hora de fijar sus prioridades políticas, el incremento del desempleo, menos salarios, disminución de la calidad de vida, y el aumento de la pobreza mientras se produce una mayor concentración de la riqueza.

Tras años de crisis y recortes. Tras años de dogmatismo neoliberal y de los mercados en beneficio de los poderes económicos y sus millonarios representantes. Tras años de individualismo y consumismo exacerbado, los ciudadanos del mundo comienzan a tomar conciencia de su poder y reclaman ser protagonistas de unas democracias en las que creen, pero que pretenden mejorar con una mayor participación de ellos, el pueblo.

Durante las últimas décadas las desigualdades salariales han aumentado de manera vertiginosa, como consecuencia del rápido incremento de los salarios más altos y la moderada subida de los salarios medios y bajos.

En el año 1972, James Tobin, reputado economista keynesiano, que creía que los gobiernos tienen que intervenir en la economía para regular la producción y evitar recesiones, presentó su propuesta para gravar con un impuesto cada vez que se produjera una operación de cambio entre divisas. El objetivo de esta medida era desalentar la especulación monetaria.

Cada vez más se habla de solidaridad, de justicia social, de equidad, de ayuda, incluso de responsabilidad social corporativa, y cada vez suenan más vacías estas palabras pronunciadas en discursos de madera, que pretenden encandilar a las audiencias pero no cambiar la realidad.

Los ciudadanos reconocen que los partidos políticos son una pieza imprescindible de los sistemas democráticos, pero existe una creciente crítica e insatisfacción hacia ellos, porque se ha asentado en la conciencia colectiva que les importa poco lo que piensa la gente.

El deterioro de la imagen de los partidos políticos, su alejamiento cada vez mayor de los ciudadanos y la aparición de nuevos movimientos sociales que manifiestan su autonomía y recelo hacia los mismos, pone de manifiesto que los sistemas de representación política se encuentran en una encrucijada, que puede llevar al cuestionamiento de la validez y la calidad de los sistemas democráticos actuales.

Durante los últimos meses, en las distintas concentraciones que el movimiento 15-M ha realizado por toda España, y fundamentalmente en Madrid, se han podido escuchar voces muy críticas con los partidos políticos: “PSOE y PP la misma mierda es”, “No somos mercancías en manos de políticos y banqueros”, “nini (ni estudia, ni trabaja)” nini (ni PP, ni PSOE), “No les Votes”, “Que no, que no, que no nos representan”, “Lo llaman democracia y no lo es”.