“La película que revolucionará el cine.” Así ha sido vendida “Avatar”, la última producción de ficción de James Cameron tras 12 años desde “Titanic”. Todos sabemos que son frases lanzadas para vender entradas, frases que hacen que luego una parte del público se defraude por lo que ve. Pero hay que ser objetivos: no cambiará el cine en su conjunto, pero la forma de mostrar la ciencia-ficción y el uso del CGI (imágenes generadas por ordenador) sin duda alguna han recibido todo un terremoto con “Avatar”.
“Avatar” nos narra una épica historia ambientada en el futuro (el siglo XXII) y en un planeta (Pandora) al que llega el ser humano para explotar sus recursos mineros. Pero los aborígenes alienígenas de ese planeta, los Na´vi, se opondrán a la explotación de sus tierras. Con ellos contactará un humano, cuya mente será transferida a un cuerpo similar al de los Na´vi, un cuerpo que será su avatar. Cualquiera puede ver el paralelismo de los Na´vi con los indios, y de la historia con otras como “Bailando con lobos” o “Pocahontas”. Se le ha atacado mucho a la película por no mostrar una trama “original”, pero es que hay que saber juzgar a la película con las reglas con que juega: “Avatar” no juega a cambiar el cine en el sentido de guión o personajes, aspira a ser una gran obra de ciencia-ficción épica y a cambiar nuestra forma de contemplar los personajes de CGI. Y aquí Cameron sí que ha revolucionado el cine.
La gente reticente a ver película “de muñecos por ordenador” que se olvide de lo anterior con “Avatar”: los personajes rozan la realidad de un forma nunca vista, y sienten, padecen, sufren y aman con la misma intensidad que nos transmite un actor de carne y hueso. A los 5 minutos nos olvidamos de que la mayoría de lo que vemos no es real, y nos dejamos arrastrar a una historia clásica, con reminiscencias de mito, en un paraje increíblemente bello y detallista, y con unos personajes que ante todo ponen pasión en sus actos. ¿Se puede decir que son planos? En gran medida sí, hay buenos y malos, y se diferencian claramente, pero el enorme saber que posee Cameron a la hora de identificarnos con ellos y rodarlo todo de manera magistral hace que conectemos con la historia sin rechistar, mirando asombrados sin sentir nunca aburrimiento o indiferencia.
Por supuesto, las escenas de acción, marca de la casa (Cameron es el director de “Terminator”, “Aliens” y “Titanic”), están a una altura muy alta, con una planificación y ritmo excelentes. Debido a las escenas de acción y al uso del 3D (muy bien manejado) recomiendo que se visione la película desde el medio de la sala hacia el final para poder apreciar en su totalidad todos los detalles (puede marear la vista de cerca).
“Avatar” es un arrebatador espectáculo visual y una hermosa historia de confrontación de culturas, de búsqueda de la identidad propia y de amor a la naturaleza. Sorprenderá a muchos que sólo vayan a ver un entretenimiento, y quizás defraude a quienes esperan “algo más” que en ningún momento promete. Es una película que merece la pena pagar por ver en cine, donde realmente se puede experimentar su grandeza.
Lo mejor: La belleza visual que despliega. Lo peor: Que haya gente que lleve a niños pequeños a ver una película que no es para ellos.