Pero dichas tales obviedades, lo más indignante es comprobar que Rajoy no tenía ningún plan, no sabía ni sabe qué hacer. Hoy estamos peor que ayer: en nuestra posición en el mundo, ante los conflictos con Latinoamérica, en el aumento del desempleo, en el estancamiento del consumo, en la desconfianza europea, en los recortes de bienestar y derechos, en la conflictividad social.

Ahora llega Bankia. Y la mayor desestabilización del sistema financiero español.

Y lo que es peor para Rajoy: ¡no puede echarle la culpa a Zapatero! (aunque lo intente), pues Bankia es 100% producto del PP: en su origen del problema, en la politización de los bancos, en los directivos y malos gestores, en la desfachatez de cómo se ha ido al precipicio.

Nuevamente, no queda más remedio que salir al rescate con dinero público. Y nadie lo cuestiona porque nos jugamos los ahorros de millones de españoles; el peso de la anterior Bancaja en la Comunidad Valenciana es extraordinario. Lo que todo el mundo espera es que, de una vez por todas, haya condiciones al rescate de dinero público y que también haya responsabilidades por mala gestión.

Lo que los ciudadanos no pueden entender es que Rato se lleve una indemnización escandalosa como premio a la quiebra del banco; no se puede entender por qué no se piden responsabilidades a José Luis Olivas, número dos, que fue ‘conseller’ de economía con Zaplana, Presidente autonómico de tránsito para cubrir el hueco hasta que llegara Camps, y quien “politizó” a Bancaja metiéndola en todos los charcos, inventos, negocios y cosas raras que al PP valenciano se le ocurrían: desde financiar los grandes eventos ruinosos (quiebra de Terra Mítica, por ejemplo) hasta la promoción de viviendas, fomentando el ‘boom’ urbanístico, que ha destrozado el sector productivo de la Comunidad Valenciana.

Lo que los ciudadanos no pueden entender es que, de una vez por todas, no se exijan responsabilidades a los malos gestores. En momentos tan duros, con recortes draconianos; cuando las personas sufren la incertidumbre de llegar a mañana, la Banca sigue moviéndose en otra esfera, en un limbo de sueldos e indemnizaciones incalculables en el recuadro de una calculadora, sin responsabilidades por las acciones que ponen en peligro miles de puestos de trabajo, los exiguos ahorros de trabajadores, la financiación de cientos de empresas, y al conjunto del sistema financiero español.

¿Y POR QUÉ NUNCA PASA NADA?

Para recuperar la confianza, para devolver la dignidad al sistema público, para que podamos creer en la política, es necesario que se asuman responsabilidades por las gestiones desastrosas e ineficaces, muchas veces de forma consciente e interesada. Islandia es un ejemplo (que nadie quiere contemplar), pero EEUU y Obama podrían darnos lecciones de cómo recuperar el control, el poder y la gestión de bancos, que han especulado con nuestro dinero.

Y si fuera poco, cuando Rajoy aún anda cumpliendo los deberes que Merkel le pone, siguiendo la estela conservadora sin criterio propio, Europa amanece de forma distinta desde que Hollande ganó en Francia. Nuevos planteamientos se ponen sobre la mesa; hasta el FMI considera que la austeridad está llegando al límite de la propia supervivencia.

Otra vez en la historia, España camina con el pie cambiado.