El fuerte aumento de la participación política de los americanos supone una reversión muy interesante en el incremento progresivo de la abstención electoral que se venía produciendo desde hace décadas en la llamada “primera democracia del mundo”. Tranquiliza saber que la decisión sobre quién será el Comandante en Jefe del ejército más poderoso de la historia se adoptará en un proceso democrático concurrido. Porque ya sabemos también que cuando la democracia da pasos hacia atrás, otros poderes menos legítimos se hacen con los mandos.
Si se confirma el pronóstico de que en la cita de noviembre ganará la candidatura demócrata, sea quien sea su titular, estas elecciones adquirirán sin duda un carácter histórico. El próximo Presidente de los Estados Unidos será una mujer o un negro. Nada menos. Anticipar este escenario hubiera resultado sencillamente increíble, o hasta cómico, hace solo treinta o cuarenta años en la muy conservadora sociedad norteamericana. Contemplar a gente como George Clooney o Scarlett Johansson, auténticos arquetipos de la América blanca, guapa y triunfadora, apostando por un negro en la Casa Blanca refuerza las mejores esperanzas para el futuro de la humanidad.
El factor más estimulante a valorar desde Europa en las primarias USA se encuentra, sin embargo, en el contenido de los programas esgrimidos por los candidatos. Los presidenciables demócratas, como era previsible, promueven un vuelco en la política exterior protagonizada por Bush y sus halcones. Ambos dos se muestran más proclives al entendimiento que al conflicto en la esfera internacional. Las grandes metas establecidas en el marco de Naciones Unidas, como el combate a la pobreza y la lucha contra el cambio climático, encontrarán seguramente mayor complicidad en Washington con Clinton u Obama.
Hillary Clintón apostó con fuerza durante el mandato de su marido por la ampliación del derecho a la salud a todos los ciudadanos, y Barak Obama ha impulsado iniciativas contra la pena de muerte o la imposición fiscal a las grandes fortunas.
Incluso en el lado republicano pintan las cosas mejor. Los americanos se han hartado ya del modelo del Presidente “cowboy”, que primero dispara y después pregunta. El avispero de Irak y el descrédito de su país en el mundo constituyen una factura demasiado cara de pagar. La ventaja que ha adquirido un “moderado” como McCain en las primarias republicanas es una buena prueba de ello. Relativizando aquello que la América republicana pueda considerar “moderado”, siempre hemos de agradecer que los candidatos “neocons” y confesionales vayan quedando relegados. A McCain se le considera incluso un heterodoxo respecto a las políticas de Bush, y ha llegado a proponer junto a legislaciones progresistas en materia de inmigración e impuestos.
Sigamos de cerca la evolución de estas primarias. Pero insisto, las primeras impresiones sobre el viento que nos llega de la metrópoli son interesantes. Para variar.