“En Caribou Island, Vann envía a una pareja de cincuentones –cuya relación palidece en fase terminal– a otra isla alasqueña a ver si allí, el entorno de osos, salmones y glaciares, o el proyecto de construirse una cabaña con sus propias manos, insufla nuevo brío a sus amores. Vann se revela aquí como un novelista excepcional, tejiendo simultáneamente las historias entrecruzadas de cuatro parejas que trazan un escalofriante y emotivo fresco de la vida sentimental del siglo XXI”
Xavi Ayén, La Vanguardia
“El pasado septiembre, el escritor estadounidense David Vann -ganador del premi llibreter por Sukkwan Island- presentó en Barcelona la novela Caribou Island, de la que dijo que habla del momento en que te das cuenta de que tu vida es muy diferente a lo que tu hubieras querido”.
Diego Giménez, Revista de Letras
“Después del formidable debut de David Vann con Sukkwan Island, el anuncio de una nueva novela titulada Caribou Island, igualmente ambientada en el áspero paisaje de Alaska, en la que de nuevo se contaba la lucha inclemente de un hombre en torpe y obcecada lucha contra sí mismo y contra la Naturaleza, producía cierta prevención ante la posibilidad de que Vann se hubiera enrocado en una especie de guarida literaria, un más de lo mismo. Pues desechemos la prevención: el señor Vann ha demostrado con este nuevo libro que es un escritor de la cabeza a los pie”.
José María Guelbenzu, El País
Es cierto que cuando un autor empieza, y David Vann (1966) acaba de hacerlo, es necesario y urge buscar similitudes, contextos, escenarios, referencias para ver por dónde van los tiros y, de alguna manera, ubicarlo. En su caso, se ha acudido de manera casi unánime a Cormac McCarthy. Sin embargo, no son pocos los que han considerado este hecho como una valoración de carácter simplista. Personalmente creo que no es desacertado. Desde luego da idea de la calidad de Vann y orienta hacia las frases secas, cortas, pero plenas, altamente descriptivas que pueblan su obra. Pero también, y todo hay que decirlo, resulta un corsé demasiado prieto y ajustado para la que se puede considerar ya una de las voces literarias más rompedoras y señeras de los últimos años.
“Sukkwan Island” se leía con el deslumbramiento provocado por la habilidad con la que David Vann dosificaba el relato de una tragedia personal y la manera en que la fundía con el paisaje de la Alaska recóndita.
En “Caribou Island”, su primera novela con todas las letras, vuelven Alaska y los dramas familiares, pero Vann no se repite. Y esto es de agradecer. Aquí, un matrimonio de cierta edad intenta construir una cabaña en el bosque mientras su relación se deteriora con el invierno que llega de improviso; su hija, que vive las primeras etapas de una vida en pareja aparentemente satisfactoria, intenta combatir sin saberlo, por intuición, algo que depara el destino; y su novio, su hermano y un amigo de éste responden a sus crisis espirituales, morales o de edad con un individualismo feroz.
Vann reparte juego entre cada una de las partidas que ha creado con un ritmo y una sabiduría aplastantes. A la vez que la rugosidad, el áspero clima, la fuerte personalidad natural, en fin, de Alaska ganan en protagonismo y ensombrecen “Caribou Island”, David Vann hace crecer a sus personajes hacia dentro, como sí descubrieran ellos a la par que el lector sus más íntimos anhelos, esperanzas y derrotas. Cuando el invierno termina por instalarse dentro y fuera, en los bosques y las casas, cada uno afronta o evade su propia verdad. Cómo maneja aquí Vann a sus personajes y sus correspondientes escenarios es sólo uno de los síntomas, pero claramente manifiesto, de que estamos ante un escritor de altura, prometedor, con voz y territorio propio que dará que hablar, lo está haciendo ya, en los próximos años