LAS TRES ERRES
En varios artículos anteriores (La gota malaya; Los augurios del Gobernador; Todos precarios) he abordado diversos aspectos relacionados con las demandas de una nueva reforma laboral realizadas desde sectores distintos, pero todos ellos identificados con el liberalismo económico. En aquellos escritos sostengo, básicamente, tres tesis. La primera, que las mayores tasas de paro en España, desde 1977, respecto a los países de nuestro entorno tiene una explicación histórica: incomparable pérdida de empleo industrial y agrícola y mucha mayor incorporación de contingentes a la población activa. En segundo lugar, que la solución al modelo laboral que tenemos ciertamente insostenible desde el punto de vista de la protección laboral del conjunto de los trabajadores y desde la necesidad de construir un modelo económico asentado en mayores niveles de productividad no puede fundamentarse, como se propugna desde los sectores ya mencionados, en la sustitución de la actual segmentación por una inseguridad laboral generalizada. Sino, más bien, en una mayor seguridad jurídica de las causas de despido, en la estabilidad laboral y la calidad del empleo; y en una flexibilidad pactada y sostenible. Y, como tercera afirmación, sostenía que en España se pierde empleo, en momentos de crisis, mucho más rápidamente que en otros países europeos por la sencilla razón aunque no sea la única de que aquí es más fácil despedir que en otros lugares. Por supuesto a los contratados temporalmente, pero también a los fijos. Y ello pese a que en España el precio del despido improcedente es superior.
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