“Caza a la espía” es un ejemplo de la conciencia crítica de Hollywood y de que éste no suele olvidar las atrocidades que el poder comete, supuestamente, en aras de la libertad y la democracia. Actitud que hay que ensalzar como contrapeso a las posiciones dominantes en la sociedad globalizada.
Doug Liman elabora este trabajo a partir de un escándalo que salpicó la administración Bush tras el 11 de septiembre. Una propuesta que quiere destacar el poder del individuo frente a los abusos del Estado. Para ello, ha utilizado como material base para construir el argumento de esta película, los libros “The politics of truth” y “Fair game”, respectivamente, escritos por la pareja Joseph Wilson y su mujer, Valerie Plame. Auténticos protagonistas de una persecución política y personal de los sectores más retrógrados.
Tras los atentados del 11 de septiembre, la administración americana, con George Bush al frente, emprendió una guerra total que traspasó las barreras físicas del campo de batalla. Cualquier voz que pusiera en duda la actuación de los Estados Unidos en Iraq, debía ser acallada, entre muchas otras, las del diplomático Joseph Wilson (Sean Penn) y su mujer, Valerie Plame Wilson (Naomi Watts), agente encubierta de la CIA cuya identidad fue desvelada desde la propia Casa Blanca.
Con un lenguaje cercano al género documental, Liman nos ofrece con claridad y sinceridad, una contundente diatriba contra la hipocresía e inmoralidad de un gobierno que se lanzó a un conflicto bélico sangriento e innecesario, escudado en la búsqueda de las armas de destrucción masiva que finalmente nunca vieron la luz. Este director de los anuncios televisivos de la campaña de Barack Obama en 2008, arremete sin medias tintas contra la injusticia cometida contra los Wilson, apoyado en las estupendas interpretaciones de Naomi Watts y el siempre comprometido Sean Penn, arropados por un fantástico elenco secundario en el que conviven Noah Emmerich, Tom McCarthy, Bruce McGill, Michael Kelly o Sam Sephard. Y como gran acierto, cabe destacar que no se deja deslizar por la vía siempre fácil del panfleto político y apuesta por la verdad más descarnada de lo que aconteció.
Es una magnífica película, que sin la insistencia de un buen amigo, probablemente me hubiera perdido. No sean tontos y vayan a verla, difúndala entre sus amigos y que la verdad se conozca.