Especialmente en el caso de Madrid están saliendo a la luz los entramados de un núcleo de poder, con espionajes y actuaciones económicas y urbanísticas irregulares que conforman todo un sistema de poder, que no hace falta ser un lince para adivinar para quién trabaja y, por lo tanto, por quién está encabezado.

Si a todos estos hechos que ahora están siendo conocidos públicamente se unen los graves antecedentes del Tamayazo y un comportamiento recurrente de abierto desafío al liderazgo de Rajoy por parte de la famosa lideresa, se entiende la pereza y hasta el vértigo que le produce al actual Presidente del PP enfrentarse a este problema, que tan costoso le puede resultar en términos de desgaste político. De hecho, la situación se ha complicado en las últimas semanas debido a la manera en la que la cúpula del PP ha cerrado filas y ha echado balones fuera por razones de estrategia electoral a corto plazo. Sin embargo, la verdad es que ahora no existen tales necesidades electorales inmediatas y Rajoy, después de haber sido reforzado en su liderazgo por el éxito alcanzado en Galicia, está en mejores condiciones para hacer frente con la resolución necesaria a un problema que tiene enquistado desde hace tiempo y que aflora recurrentemente, generalmente en los peores momentos, unas veces en forma de desafíos y declaraciones inapropiadas, otras veces mediante pulsos inoportunos de poder en las instituciones y en otras ocasiones a través de operaciones y actuaciones por parte de tramas de poder poco claras.

Ante esta situación enquistada es obvio que Rajoy tendrá que reaccionar en algún momento, por un elemental instinto de supervivencia, por mucho que sea consciente de que se trata de una situación muy compleja que tiene ramificaciones políticas correosas y que le crearán problemas. Lo que no está claro es si finalmente tendrá la resolución suficiente como para ir hasta la raíz del problema, asumiendo que es mejor “ponerse una vez colorado que cincuenta amarillo”. Si no lo hace y se queda en las medias tintas o en la superficie del problema, es probable que a corto plazo vuelva a encontrarse nuevamente con situaciones incómodas, ya que, al igual que ocurre con la tenia o solitaria, si no se elimina la cabeza el cuerpo del parásito se vuelve a reproducir con presteza.