Lo que está claro es que si Pedro Castro lee el aforismo citado tenderá a interpretarlo como un llamamiento a no repetir un grave error que le está costando muchos dolores de cabeza estos días. Su ya famosa frase sobre los votantes del PP nunca debería haber salido de sus labios, como tampoco otras como las famosas de Sánchez Dragó en sentido contrario. Él ha sido el primero en reconocerlo y en pedir disculpas. Lo ha hecho por activa y por pasiva, entonando un sincero mea culpa en cuantos medios de comunicación le han dado audiencia, haciendo lo que muchos políticos no pondrían en práctica ni por equivocación: asumir el error y enmendarlo de corazón.

Pero eso al PP no le basta, porque la derecha española ha puesto precio a la cabeza de Pedro Castro. La frase, insultante, les ha molestado, por supuesto, pero no más que a muchos electores socialistas que no comparten ni la gramática ni la semántica de la misma. Sin embargo, me parece que las disculpas les han sentando todavía peor, pues hubieran preferido que el error no se enmendara, que el Alcalde de Getafe persistiera en el mismo, que se aferrara a no pedir perdón por una frase pronunciada en un ámbito demasiado propicio a los excesos verbales.

¡Vaya, qué lástima, habrán pensado Aguirre, Cospedal o Granados! ¡Cuando nos preparábamos para armarnos de razones y pedir la dimisión de Pedro Castro, va y se disculpa sinceramente urbi et orbe! ¡Pues ni por esas: que se vaya! ¡Ni reconocer el error ni ocho cuartos! ¡Aquí no hay perdón que valga… porque lo importante no es la frase, sino utilizarla politiqueramente para lo único que interesa: tumbar a uno de los mejores alcaldes socialistas de España, respaldado una y otra vez por el electorado de una gran ciudad como Getafe!

Primero, tumbarlo como Presidente de la FEMP. Su objetivo es nítido: desestabilizar la Federación para incapacitarla para negociar en una época de crisis y en un momento donde están en cima de la mesa la financiación y las competencias de los ayuntamientos para el futuro. Segundo, oscurecer el esfuerzo del Ejecutivo de Zapatero para poner a disposición de los ayuntamientos 8.000 millones de euros -se dice pronto- para que puedan contribuir a la reactivación económica y la creación de empleo, una cantidad conseguida por Pedro Castro con tanta paciencia como firmeza. Y tercero, si es posible, acabar con el primer regidor de Getafe a la vista de que hacerlo en las urnas, como se hace en democracia, es sencillamente imposible para la derecha.

No le demos más vueltas. Pedro Castro se ha equivocado y ha hecho una de las cosas más nobles -y escasas, a la vista del paisaje- que se puede hacer en ese caso: pedir disculpas. El PP ha visto la ocasión para poner fin a su trayectoria, con las armas de la crispación y el enfrentamiento. Conclusión: estamos con Pedro, aunque no con su frase. Faltaría más.