El Partido Popular pretende un debate electoral sin debate, y una campaña sin campaña. Tan solo busca que los días vayan pasando, sin controversias que les obliguen a definirse, sin polémicas que puedan despertar al electorado ajeno, sin discusiones que alteren el discurrir favorable del tiempo. Es un fraude. Han renunciado a exponer sus ideas y su programa, y quieren ganar por simple exclusión del contrario. Pero la situación es lo suficientemente grave, y los retos del futuro son de una envergadura tal, que la ciudadanía merece un debate franco, con todas las cartas encima de la mesa, antes de confiar el gobierno a unos u a otros.
El partido socialista no lo tenía fácil. Resulta complejo señalar caminos nuevos cuando has estado al volante durante los últimos años y los resultados no han sido los esperados. Pero los ciudadanos se hacen preguntas. ¿Cómo vamos a superar la crisis? ¿Volveremos a crear empleo? ¿Podemos sostener las políticas de bienestar? ¿Cómo las vamos a pagar? ¿Qué ocurrirá con los impuestos? ¿Hasta dónde llegarán los recortes para atajar el déficit? ¿Qué futuro espera a la educación pública? ¿Y a la sanidad? Son preguntas que requieren respuestas. El PSOE está dando a conocer las suyas. El PP no.
La Conferencia de los socialistas ha indicado cinco grandes líneas de trabajo para el Gobierno de España que salga de las urnas el próximo 20 de noviembre.
1. La primera prioridad es recuperar actividad económica y empleo. Para ello es preciso acompasar el ritmo del ajuste en el déficit con políticas públicas de estímulo a la demanda. Controlar la deuda es importante. Reactivar la economía y crear puestos de trabajo es más importante aún. Hay que profundizar las reformas competitivas y hay que fomentar el empleo con recursos públicos.
2. Blindar el Estado de Bienestar, estableciendo un catálogo de prestaciones mínimas y marcando límites a los procesos de privatización emprendidos en algunas comunidades autónomas. Calidad y equidad para los servicios públicos de la educación, la sanidad y la dependencia.
3. Una nueva política fiscal que asegure recursos suficientes para atender los dos objetivos anteriores. ¿De dónde obtener el dinero? De quienes lo tienen. Impuestos a los grandes patrimonios, más impuestos a las rentas del capital (SICAV), impuestos a los beneficios de la banca, impuestos al alcohol y el tabaco para financiar la sanidad… Y guerra abierta al gran fraude fiscal.
4. Las críticas al funcionamiento de la democracia no pueden quedarse en la indignación, la inacción o la demagogia. Los ciudadanos quieren que la política democrática se imponga sobre otros poderes no democráticos, quieren más transparencia, más posibilidades de participación, más rendición de cuentas, más responsabilidad, más eficacia, más garantías frente a la corrupción. Y el catálogo de medidas es muy amplio en este sentido. Desde las retribuciones públicas limitadas en la ley hasta la Agencia para el control del Urbanismo y el Suelo, desde los presupuestos participativos hasta el diputado 351 en la defensa de las Iniciativas Legislativas Populares.
5. Más Europa. Porque los desafíos trascienden las fronteras nacionales, y las respuestas también deben hacerlo. Europa es referencia de civilización y de avance social en el mundo. Para seguir siéndolo debe reforzar su unión y debe crear un auténtico gobierno económico común. Los socialistas españoles están dispuestos a sacrificar soberanía nacional para avanzar en democracia y bienestar. Y hay que convencer al resto de los europeos.
La situación requiere pasar de la resignación a la esperanza, de la confusión a la confianza, del desánimo a la voluntad de pelear nuestro propio futuro. La Conferencia Política ha sido un buen paso en este propósito. Pero todavía quedan muchos pasos que dar hasta el 20 de noviembre.