Ahora bien, las durísimas acusaciones de la derecha madrileña al Gobierno de España, atribuyendo prácticamente la responsabilidad de los asesinatos de género al Ministro del Interior, resultan tan injustas como demagógicas y oportunistas. Mal deben ir las encuestas en la calle Génova cuando en los últimos días recurren tan frecuentemente al barbarismo de acusar al Presidente del Gobierno de “agredir a las víctimas del terrorismo” (Rajoy), de atribuir al PSOE la indefensión de “los niños secuestrados y violados” (Soria), o de reclamar a Rubalcaba para que “responda” de la actuación de los asesinos con órdenes de alejamiento (Aguirre).

Resulta frustrante comprobar como todos los medios desplegados por las instituciones y la sociedad española para atajar la violencia de género no logran impedir la dramática sucesión de mujeres caídas ante la barbarie de sus compañeros. Gracias al impulso del Gobierno socialista se promulgó la Ley contra la Violencia de Género; una norma que está sirviendo de modelo para otros muchos países europeos. También gracias al compromiso del Gobierno de Zapatero contra el machismo se han dispuesto de nuevos juzgados especializados, nuevas unidades específicas en las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estados, y más recursos que nunca en la protección de las víctimas. Pero muchas mujeres siguen sufriendo y muriendo…

¿Por qué? Porque a pesar de todos los policías y todos los jueces que queramos dedicar para atajar esta mala hierba, la raíz subsiste. Y la raíz de la violencia de género tiene que ver con la educación y la cultura. Mientras existan hombres que se crean superiores a las mujeres y “propietarios” la vida de sus compañeras, no habrá órdenes de alejamiento, ni policía específica, ni juzgados especializados que atajen su bárbaro comportamiento. En consecuencia, para erradicar de raíz la violencia hacia las mujeres hay que acudir a la educación en igualdad y a la promoción social de la condena al machismo criminal. Profundicemos también en el aseguramiento de la autonomía para la mujer que decide valientemente abandonar a su agresor, con una protección integral (vivienda, empleo, servicios sociales, asesoría jurídica, apoyo psicológico). Y mientras tanto, perseveremos con fuerzas y recursos renovados en la protección física de las mujeres y en la represión de los violentos.

Resulta lamentable que sea la derecha gobernante en Madrid precisamente la que caiga en la burda utilización electoralista de las víctimas por la violencia de género. Una administración regional con más de 23.000 millones de euros de presupuesto solo ha encontrado una vía para colaborar en la lucha contra los crímenes machistas: 49 “pulseras antimaltratadores”, inservibles para policías, jueces y víctimas. El PP madrileño es responsable directo de la gestión educativa, pero se niega a promover la enseñanza para la igualdad. Es más, la derecha de Madrid es punta de lanza en el combate de los sectores sociales más reaccionarios contra la asignatura de la educación para la ciudadanía y los derechos humanos que establece la legislación vigente. Aún más: el gobierno regional de Madrid se precia de concertar con dinero público colegios que segregan en las aulas a los niños de las niñas. Y es este mismo gobierno el que otorga el control de los servicios de auxilio para las víctimas de la violencia de género a entidades religiosas que preconizan la negativa al divorcio y la resignación ante la mala conducta del compañero.

Frente al machismo, educación. Y frente a la demagogia, los votos. El nueve de marzo.