Efectivamente, la identificación de la crisis con el desempleo se vuelve a confirmar según los datos publicados por el Servicio Público de Empleo Estatal que registra como paradas a 2.625.368 personas. El paro registrado se ha vuelto a incrementar en el último mes, nada menos que en 95.367 personas, lo que representa un incremento del 3,77 % y confirma la tendencia negativa de los últimos meses. Por lo tanto, y con estas cifras, el paro registrado en el último año alcanza a 608.005 personas, por lo que se incrementa un 30,14 %.

El aumento se produce en todos los sectores de la economía. Así, en el último año, la construcción registró un aumento del paro del 85,27 %, lo que representa 204.409 parados más; en la agricultura el paro se incrementó un 31,36 % (20.433 más); en la industria un 22% (59.369 más); y en el sector servicios un 24,29 % (296.702 parados más).

De la misma manera, si comparamos los datos con los del pasado mes de Agosto, el sector servicios registra un aumento del 3,89 % (56.897 desempleados más); la construcción un 3,32 % (14.410 más); la industria un 2,17 % (7.002 más); y la agricultura un 2,47 % (2.067 más); finalmente, el colectivo sin empleo se incrementa en 15.160 personas.

El paro afecta a hombres y mujeres. En el último mes, el número de hombres registrados como parados se ha situado en 1.218.732 (4,87% más) y el de mujeres en 1.406.636 (2,84 % más). Si estos datos los consideramos en cómputo anual resulta que 431.381 hombres y 176.624 mujeres han perdido su puesto de trabajo en el último año.

Particularmente preocupantes resultan los datos referidos a los trabajadores extranjeros donde el paro registrado se ha incrementado en el último año en 128.289 (un 75,21% más) y en el pasado mes de septiembre en 18.579 (6,63% más), lo que significa que el total de trabajadores extranjeros registrados como parados en estos momentos se sitúa en 298.870 personas.

Finalmente, y en coherencia con ello, el número de contratos registrados en el mes de septiembre han sido de 1.501.595, lo que representa un descenso de 94.326 sobre el año anterior (un 5,91 %). En cuanto a los contratos indefinidos- la crisis también les afecta en negativo- se establecen en 173.481, lo que representa el 11,55% de la totalidad de los firmados y, en todo caso, un 9,78% menos que los llevados a cabo en septiembre del año pasado.

Lo que más destaca en nuestro análisis es que la negativa situación del mercado de trabajo resulta preocupante por la rapidez con la que se está produciendo la destrucción de empleo y por la certeza de que se seguirá destruyendo empleo, incluso con las mejores expectativas del propio gobierno en cuanto al crecimiento de la economía en España.

Hasta el momento, la reacción más notable del gobierno se refiere a garantizar a los desempleados la cobertura de desempleo- por la que, no lo olvidemos, han cotizado- y a facilitar a los inmigrantes el retorno a sus países de origen con ciertas condiciones, medida que parece condenada al fracaso a pesar de la buena voluntad del gobierno.

Estas dos medidas resultan claramente defensivas y sólo pueden pretender cubrir las necesidades económicas más acuciantes de los desempleados. Por lo tanto, desde su propia justificación y lógica, son incapaces por si solas de resolver el problema del desempleo en España.

Por eso en estos momentos debemos hacer el mayor esfuerzo posible para poner en práctica las políticas activas de empleo que la situación requiere y sobre todo canalizar- dentro de lo posible- la inversión pública donde más se necesite con el propósito de garantizar un mayor crecimiento de la economía, que es lo que en primer lugar evita la destrucción de empleo y en segundo lugar crea puestos de trabajo. En este sentido, la disminución de la oferta pública de empleo, decidida por el gobierno, representa una mala noticia y, además, está en contradicción con la defensa que estamos haciendo del sector público.

Otro aspecto a tener en cuenta se refiere a la activación urgente de los planes de recolocación varias veces anunciados- que siguen siendo una asignatura pendiente en nuestro país- dando así respuesta a sectores y a empresas en crisis afectadas por cierres o expedientes de regulación de empleo que, seguramente, van a aumentar en los próximos meses.

Finalmente, el gobierno debe facilitar la transformación de empleos de baja productividad en empleos de mayor valor añadido, lo que significa apostar por empleos de calidad, que sólo será posible redoblando el esfuerzo en educación y en formación profesional, en coherencia con la necesidad de abandonar un sistema productivo- que ha resultado nefasto- basado exclusivamente en el ladrillo, la especulación, y el excesivo consumo interno; en definitiva, un sistema productivo que supere los vicios de una seudo economía de casino que ha venido funcionando en España en los últimos años con resultados conocidos.

El gobierno debería reafirmar esta orientación en medio de la crisis para salir fortalecidos de la misma, para ello cuenta a corto plazo con el diálogo social y la complicidad de los interlocutores sociales, así como con los Presupuestos Generales del Estado que nos deben ayudar a conseguir un modelo de crecimiento económico sostenible basado en la investigación, la innovación, la cualificación y, en definitiva, la competitividad de nuestra economía. Un modelo que nada tiene que ver con la disminución de salarios, el aumento de la jornada laboral y el despido libre que, una vez más se atreven a reivindicar- con la que está cayendo- los sectores más rancios de la patronal e, incluso, lo que resulta chocante, el todopoderoso gobernador del Banco de España.

A ello, esperemos que así sea, debe contribuir también el Banco Central Europeo con una política monetaria adecuada que facilite el control de precios, pero sobre todo en estos momentos- no lo olvidemos- el crecimiento sostenido de la economía, lo que redundará, por añadidura, en beneficio de las economías y de los mercados de trabajo de los diversos países que componen la UE.