Sin embargo, el Instituto Nacional de Estadística pasa por alto la crisis y atribuye el dato al descenso de mujeres en edad fértil y a una menor fecundidad. Hay que recordar que en esa edad se encuentran las españolas pertenecientes a las generaciones escasas de los años ochenta y entre las extranjeras se ha interrumpido el flujo de entradas y algunas han regresado a sus países de origen.

En cualquier caso, está claro que son éstos malos tiempos para la lírica. Los recortes en gasto social o los datos del paro y las reformas planteadas para solucionarlo, dibujan un panorama poco alentador para plantearse tener un hijo. Lo corrobora también el descenso en el número de bodas, un 10,8% menos que el año anterior. Además, por primera vez en España el número de uniones civiles (siempre más económicas) supera el de las bodas por la iglesia (dato en el que quiero ver también que la sociedad española es cada vez más laica).

Parece que la crisis ha venido para quedarse un rato y es complicado prever qué va a suceder con la natalidad. Si las mujeres deciden que la crisis no puede parar su deseo de ser madres año tras año, llegarán los hijos. Y quizá la estadística vuelva a sorprender a la cigüeña.