Esta misma sensación es la que se ha instalado en buena parte de la sociedad madrileña que ha asistido con estupor a los últimos coletazos de la Comisión de Investigación sobre el posible espionaje en la Comunidad de Madrid. El sin complejos con el que nos tiene acostumbrados Aguirre se ha trasfigurado en desfachatez, impudicia y cinismo superlativo para finiquitar de acuerdo con un guión preestablecido la investigación en la Asamblea.
La Comisión de Investigación fue aceptada a regañadientes no como una concesión a la trasparencia o a las exigencias de la opinión pública y la oposición política, sino como coartada ante las demandas de aquéllos que se jugaban las elecciones el 1 de marzo y como justificación para paralizar la comisión interna del PP nacional.
Una vez desaparecida la primera razón sin costes aparentes, desaparece también la segunda y Rajoy renuncia a la decencia democrática por un riesgo de conflicto interno. Que poco ha aprendido de lo ocurrido a su partido tras el 11 de marzo de 2004 cuando algunos antepusieron los intereses electorales a la verdad. Ha bastado una señal del gurú mediático “popular” para dar carpetazo a la Comisión.
La comparecencia de Pedro Calvo en la Comisión fue una buena señal de lo que podía ocurrir con el resto de comparecientes, presuntos sujetos pasivos del espionaje, por tanto han debido pensar que mejor una vez rojo que ciento amarillo.
Ahora, con el carpetazo a la investigación parlamentaria todo parece haberse desarrollado de acuerdo con las peores sospechas y sin embargo era todo tan previsible, eran tantas las voces que auguraban este final que la sensación de impotencia puede revertir en desesperanza.
Un camino trazado de antemano del que los socialistas de Madrid no hemos podido o no hemos sido capaces de apartarnos y el final como en la novela de García Márquez estaba señalado.
Siempre nos queda la justicia, aunque también, siempre sorprende la alegría con la que el Partido Popular se encomienda a ella, curiosamente parece más cómodo jugando en ese campo, ¿por qué será?
Sólo deseo y espero que el desaliento no se instale e impida que el Partido Popular y Esperanza Aguirre den cumplidas y pormenorizadas explicaciones a los ciudadanos sobre la trama que ha llevado a la dimisión a un consejero y tres alcaldes. Ni la Comunidad es su cortijo, ni los electores le han dado con su apoyo patente de corso.