Deberíamos de preguntarnos cómo se llega a esta situación, cómo es posible que para frenar disturbios se utilicen balas y lo que es más grave; cómo puede haber un joven muerto con tan sólo 16 años, a manos de aquéllos que tienen que velar por nuestra seguridad.

Nos echamos las manos a la cabeza viendo la rabia de los jóvenes hacia el sistema, hacia el Gobierno, hacia la Banca. ¿Hemos hecho algo para que no sea así? No puedo estar de acuerdo con el ataque de los jóvenes al mobiliario urbano que se paga con el impuesto de todos los ciudadanos, pero, ¿nos hemos parado a pensar lo que significa que un joven se exprese en términos tales como: no tenemos nada que perder? ¿Qué importa lo que queramos?

Algo estamos haciendo mal, muy mal cuando los jóvenes eligen expresar sus demandas y su sentimiento de abandono mediante la violencia. Han perdido la fe en las instituciones, en los partidos políticos y lo que es más grave su rabia ha tocado el corazón de la universidad. Han paralizado las universidades y tal y como decía Kristy Kitas (Rector de la Universidad de Atenas) “los políticos se han olvidado de ellos”.

Los jóvenes griegos soportan el mayor índice de paro de toda Europa, un 23%. No ven futuro en su carrera profesional, sienten que el sistema educativo se rompe, que los han abandonado.

Las manifestaciones producidas en otras ciudades como consecuencia del asesinato de dicho joven reflejan un problema aún mayor. El malestar y la desafección juvenil hacia el sistema es un hecho creciente en la juventud europea.

Hay que hacer una reflexión más profunda, no nos podemos quedar con la imagen de los jóvenes tirando cócteles molotov a las oficinas del Ministerio de Obras Públicas, a los Bancos o a las comisarias. Hay que reflexionar sobre qué se ha hecho mal para que se haya producido tal alejamiento, para que no se identifiquen con ninguna fuerza política, para que lleguen al convencimiento de que nadie va a solucionar sus problemas.

Debemos instrumentalizar sus demandas, crear más canales de participación y conseguir que los jóvenes vuelvan a involucrarse en la sociedad que les rodea. No nos olvidemos de que los jóvenes de hoy serán los adultos de mañana.