Más allá de las distancias y las peculiaridades, el caso de Irán nos ilustra sobre la importancia de la limpieza de los procesos electorales y sobre los riesgos que se corren y las tensiones que afloran cuando se traspasa la línea roja de la funcionalidad democrática y aparecen dudas sobre el buen proceder de los que organizan los procesos electorales. La experiencia histórica demuestra que esto siempre ha sido así y que nadie está exento de que puedan producirse problemas en cadena cuando se entra por esta vía. Todas estas reflexiones vienen a cuento –aun salvando grandes distancias– de lo que está ocurriendo en la Comunidad Valenciana con el injustificable boicot a la elección de Leire Pajín como Senadora, para ocupar el escaño del PSOE que ha dejado vacante un recién elegido eurodiputado socialista de esta Comunidad.
El proceder de Camps y los suyos tiene un claro tufillo a revancha por las críticas a su proceder en el asunto de los famosos trajes, constituyendo un precedente muy peligroso de irregularidad electoral; algo que hasta el presente había estado prácticamente ausente de nuestra democracia.
El mal perder que determinados dirigentes del PP habían demostrado en algunas ocasiones no había pasado hasta el momento de tener otros efectos que ocasionar unos berrenchines más o menos duraderos, con mayor o menor encono y acritud en los discursos opositores. Pero, hasta ahora nadie se había atrevido a traspasar la línea roja y cuestionar algo tan serio como los procesos y los procedimientos electorales. De ahí la gravedad de este antecedente y los riesgos de tensionamiento y deslegitimación que pueden abrirse por esta vía. Gravedad y riesgos que contrastan, llamativamente, con la escasa atención mediática que se está prestando a este asunto en la prensa nacional.