Al igual que los expertos en marketing saben perfectamente que para vender un producto, y conocer sus posibilidades comerciales, primero tiene que existir el producto; asimismo, en el plano político, las posibilidades de anticipar escenarios o hipótesis de futuro dependen de que, al final, algunos líderes y sectores sociales den el paso para formalizar tales posibilidades políticas. Mientras tanto, todo quedará en el terreno de las prospectivas tentativas.

Sin embargo, más allá del terreno de las hipótesis, todo el mundo sabe –incluidos los expertos en marketing- que determinados productos –o planteamientos políticos- pueden tener una demanda tan clara, tan evidente, que, en un momento o en otro, acabarán dando lugar a una oferta específica. Por lo tanto, lo primero que tenemos que preguntarnos es si en sociedades como la nuestra existe una demanda apreciable de un partido de centro, incluso más allá de los cálculos de realismo o posibilismo político.

Lo sucedido en la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas es un buen ejemplo de hasta qué punto empieza a cuajar en nuestras sociedades una fuerte demanda del centro. Los electores franceses sabían perfectamente que en la primera vuelta tenían que hacer un voto útil, posibilista. Es decir, si querían influir en la orientación general del proceso electoral, tenían que apoyar a alguien que pudiera pasar a la segunda vuelta. Y, según los sondeos y las previsiones lógicas, estas posibilidades se concentraban en las dos principales fuerzas políticas. Pero, aún así, un 18,6% de los franceses acabaron votando por el candidato centrista, a pesar de que no era un líder especialmente brillante y atractivo, en comparación con otros candidatos. ¿Por qué, entonces, votaron por el centro? Sin duda, porque muchos franceses no comparten el extremismo de Sarkosy, ni las ambigüedades de Ségolène Royal.

El descalabro de los partidos más a la izquierda -¿qué ha sido del antaño vigoroso Partido Comunista Francés?-, el serio retroceso de Le Pen y el modesto resultado de Royal, revelan, en definitiva, que existe una importante inflexión hacia el centro, que se sustenta en las tendencias de incomodidad y desajuste registradas entre el electorado francés, ¡hasta el punto, incluso, de hacer un voto poco posibilista! ¿Existen estas mismas tendencias potenciales en España? La próxima semana aportaré algunos datos de Encuestas rigurosas que nos permiten profundizar en este análisis.