Llegamos al récord del 8% de paro a base de chalets, playa y coches. Construcción a destajo, servicios turísticos con escaso valor añadido e industria automovilística para la exportación. Tales han sido los principales nichos de empleo en nuestro país durante la etapa de las vacas gordas. En consecuencia, cuando el sistema financiero estalla, el crédito se restringe y el consumo se frena, aquel globo de chalets, playa y coches para exportar se desinfla, llevando a la calle a un millón de trabajadores.

Conclusión: para mejorar las condiciones de nuestro mercado de trabajo y combatir el paro con solvencia hay que superar el monocultivo del ladrillo y apostar por otros focos de actividad. Desde los EE.UU. nos llega un mensaje claro a favor de las energías renovables. España tiene grandes potencialidades a desarrollar en este yacimiento de oportunidades, de innovación, de riqueza y de buenos empleos.

Otro de los nuevos continentes a explorar es el de la cultura. La industria cultural constituye ya en España cerca del 5% del PIB y aproximadamente un millón de puestos de trabajo. Nuestro país puede presumir de la segunda lengua global en uso, de un patrimonio histórico-artístico sin parangón, y de un talento extraordinario entre un sinfín de creadores reconocidos internacionalmente. Pero la cultura no es solo creación, contemplación y disfrute. La cultura también es industria, es emprendimiento empresarial, es actividad económica y es empleo. Puede ser mucho más empleo.

La producción audiovisual y el sector del software para el entretenimiento constituyen los dos únicos ámbitos de actividad económica que crecen con dos dígitos, incluso en estos tiempos de crisis. La cultura vende. Y España tiene capacidad para producir y vender buena cultura. Solo hace falta apostar por ella, con determinación y eficacia.

Con los apoyos financieros y estructurales debidos, la industria española del cine puede situarse a la altura de Francia o de India. No nos ganan ni en talento, ni en calidad, ni en premios. Nuestros productos audiovisuales, en televisión y radio por ejemplo, cuentan con unas magníficas expectativas de mercado, si tienen el apoyo suficiente. Igual ocurre con los creadores españoles de videojuegos: son los autores de los productos más valorados, más premiados y más comprados. Pero los beneficios se los llevan las grandes distribuidoras americanas y japonesas que cuentan con la envergadura financiera precisa. Y podríamos seguir con nuestra potente industria editorial, con las discográficas en reconversión, con las empresas de contenidos digitales, con la cultura gastronómica de primer nivel…

La cultura es siempre un bien a cuidar y a promover. Contribuye a hacernos mejores personas. Ahora, además, puede ayudarnos a encontrar trabajo.