Cuando al hilo de una crisis tan profunda como la que sufrimos, con sus casi seis millones de parados y las felonías del Gobierno para que sean los trabajadores y los sectores populares quienes paguen los vidrios rotos, estas aparentemente pintorescas “hazañas” mueven a algunas personas a la comprensión y hasta la aprobación. Esto no tendría demasiada importancia si no fuera porque también varios dirigentes de la izquierda han mostrado no sólo su apoyo sino que a hechos como estos, que dañan muy en especial la imagen de su propia organización ante la ciudadanía, les han otorgado categoría política. Hay que estar muy ciegos o muy condicionados por equilibrios partidarios internos para no censurar con dureza dichas iniciativas, entre otras razones porque dan munición gratuita a la derecha. No deja de ser sintomático que ésta le haya dado tan amplia cobertura informativa, lo que a su vez ha favorecido que tertulianos de inequívoca vocación derechista y cavernaria lo aprovecharan para denostar al conjunto del movimiento sindical, a los políticos y hasta a instituciones respetables de nuestra democracia.

Que el asunto no puede frivolizarse lo puede ilustrar otra iniciativa en curso, esta vez promovida por grupos y colectivos de muy heterogénea identidad, que han decidido convocar para el próximo 25 de septiembre una confusa movilización tendente a “cercar” el Congreso de los Diputados. No se trata de una protesta puntual ante una medida legislativa concreta, sino de algo más genérico que sirva para cuestionar una institución a la que en todas las democracias se considera que reside la soberanía popular. Que el Gobierno actúe autoritariamente y no propicie la mínima participación en decisiones que tanto afectan a la sociedad; o que los parlamentarios de la derecha voten como autómatas a favor de medidas antisociales impresentables, no justifica que se siga alimentando esa permanente campaña de desprestigio de la política y de las instituciones en que se expresa.

En resumen, las formaciones de izquierda, alguna de ellas en particular, deberían recordar que son muchos cientos de miles los ciudadanos afines a su pensamiento que están desencantados y vienen optando por la abstención o la dispersión de su voto, a los que será difícil recuperar si no se les ofrecen alternativas solventes y acciones serias. Sin olvidar que el cambio de la política del Gobierno pasará, entre otras cosas, porque crezcan los movimientos de masas en su contra. Ese es el objetivo en el que están empeñados los sindicatos, encabezados por CCOO y UGT que, junto a un centenar y medio de organizaciones sociales, han acordado que el 15 de septiembre se movilicen cuantos creen posible y necesaria otra política contra el paro y los durísimos recortes en curso. Ese es el camino y no las ocurrencias de los iluminados de turno.

Porque de lo que se trata es de debilitar a la derecha y su política, no de hacerle el juego.