Gómez Navarro no atribuye las máximas responsabilidades de la crisis a la falta de regulación en los mercados financieros internacionales, ni al fiasco de las hipotecas sub-prime, ni a la borrachera de activos “tóxicos”, ni al escandaloso régimen retributivo de algunos directivos bancarios, ni a la “burbuja” inmobiliaria. No, la culpa la tienen “los vagos” y los sindicatos que les protegen.

Cuando el periodista del diario El Mundo pregunta al Presidente de las Cámaras por las “medidas prioritarias” a emprender para “impulsar la economía”, la respuesta no alude a un mayor control en las transacciones financieras, ni a recuperar la confianza crediticia, ni a apostar por la I+D+i, ni a estimular la demanda, ni a proteger a los más débiles… No, la receta es la siguiente: “Hay que combatir el absentismo” y hay que “bajar las cotizaciones a la seguridad social”.

Al parecer, según este particular diagnóstico, están quebrando bancos en medio mundo, los índices bursátiles se están despeñando, las empresas cierran y el paro sube… porque hay trabajadores “vagos” y las cotizaciones a la seguridad social constituyen un “impuesto sobre el trabajo” insoportable.

Y ahora ¿qué toca? ¿Plantear reformas legales para aumentar las horas de trabajo o para recortar los sistemas de protección social? ¿Que el camarero pague los platos rotos en la fiesta del señorito? ¿Esta es la conclusión que algunos buscan para la crisis?

Hasta ahora me temía que el nuevo Breton Woods acabara haciendo valer el viejo axioma de Lampedussa: que todo cambie para que todo siga igual. Pero las declaraciones de Gómez Navarro son para echarse a temblar.

Y menos mal que se trata de un exministro ¡socialista!…