Dicen las encuestas de urgencia que Rajoy ganó el debate y dicen también los que nos explican el partido que ya hemos visto en directo que cada uno de los candidatos representó el papel previsto. Que Rajoy actuó como presidente “in pectore” y Rubalcaba como aspirante. Creo que falta subrayar un matiz decisivo, silenciado durante las casi dos horas ante las cámaras: que Rubalcaba comparecía con la carga de uno sondeos preelectorales que dibujaban una distancia espectacular en la intención de voto. Y dicen las encuestas que valoran el debate que la diferencia ha sido, en todo caso, mínima. Dudo mucho que a la hora de trasmitir la opinión sobre lo ofrecido por ambos contendientes no pese la predisposición a emitir el voto en una u otra dirección. Ayer, ante el televisor, se sentaban personas que muy mayoritariamente parecían decididas a respaldar la opción representada por Rajoy. Al término del debate, muchas salieron más convencidas por la argumentación de Rubalcaba. Si se proyectara esa percepción, desde luego el PP no alcanzaría la mayoría absoluta .De nuevo, el riesgo es que el aparato mediático favorable a los populares distorsione lo que pasó y terminemos por creer que el general Custer triunfó en Little Big Horn, aunque hayamos visto la película. No me extraña el empeño de Génova por no hacer un remake del debate. En todo caso, quedan días decisivos de campaña. Se están acortando las distancias y es imprescindible actuar desde la convicción del ganador. Cualquier sutileza dialéctica, el comprensible relativismo intelectual que distingue los inteligentes de los fanáticos será interpretado y magnificado como signo de resignación. Hoy ya lo están explotando.