Aún disponiendo de una libertad operativa total, las Cajas de Ahorros se han especializado históricamente en la canalización del ahorro popular y en la financiación tanto de las familias como de las pequeñas y medianas empresas. Asimismo, disponen de raíces locales sólidas, con una densa red de oficinas que prestan servicios eficaces y cercanos a la ciudadanía. En un contexto de inestabilidades e incertidumbres en los mercados financieros, resulta indudable que las Cajas han sabido responder con solvencia tanto a las exigencias competitivas como a sus responsabilidades con el resto de la sociedad.

La relevancia de la función social de las Cajas de Ahorros está estrechamente relacionada con su creciente importancia en el sistema financiero. Su objetivo no ha consistido tanto en la maximización del beneficio empresarial como en la solvencia económica y, sobre todo, en el interés general. No obstante, la eficiencia empresarial es fundamental para asegurar el cumplimiento de los objetivos sociales. Y sólo una entidad de las características de las Cajas, que no tienen que repartir los beneficios entre sus accionistas, puede organizarse de tal modo que el conjunto de su actividad revierta en beneficio de la sociedad.

Caja Madrid ha sido fiel a cada una de las características de este modelo, que se ha mostrado exitoso y ampliamente respaldado por la sociedad. Esta entidad financiera ha contribuido de manera destacada al desarrollo económico, social y cultural de la Comunidad de Madrid y del conjunto de España. Los datos son concluyentes. En los últimos diez años, entre 1997 y 2007, Caja Madrid ha multiplicado por diez sus beneficios y ha cuadruplicado sus activos. Su eficiencia se ha situado en el 25,5% y su rentabilidad (ROF) en el 18,7%. En junio de 2008 disponía de una liquidez de 16.600 millones de euros, prestando 6.000 millones en el interbancario. La Ratio de Solvencia ha alcanzado el 11,7% y la tasa de cobertura de insolvencias una de las mas altas del sector financiero. Y como colofón, en ese período, la entidad obtuvo 1.000 millones de euros en margen financiero recurrente y un beneficio de 733 millones.

En el capítulo de la responsabilidad social debe destacarse que desde 1997 se han incorporado a Caja Madrid 4.481 profesionales, y que hasta el 2010 se incrementará la plantilla en 2.200 personas más. Se trata de un claro compromiso con la creación de empleo y la estabilidad laboral, ya que el 99% de los empleados de la entidad son fijos. La caja madrileña cuenta con un equipo de más 14.000 personas y con una extensa red de distribución integrada por 2.000 oficinas en España, además de un avanzado sistema de canales complementarios.

La Obra Social de la entidad ha financiado proyectos por valor de más de 2.000 millones de euros en 30 años. La Fundación Caja Madrid es, de lejos, la entidad sin ánimo de lucro que más invierte en Patrimonio Histórico Español: 133 millones de euros en 15 años. Los beneficiarios anuales de programas de Obra Social y Fundación alcanzan la cifra de 14 millones de ciudadanos y ciudadanas.

Cualquier análisis objetivo, por tanto, debe concluir que en Caja Madrid las cosas se han hecho bien, con la profesionalidad debida y con la autonomía necesaria. Y los resultados son evidentemente positivos, para la entidad, para el tejido productivo madrileño y español, y para el conjunto de la sociedad. Y si el modelo ha funcionado, ¿por qué cambiarlo? ¿Por qué se busca romper la estabilidad institucional de la Caja en un momento tan delicado para los mercados financieros? ¿Por qué se utiliza un pretexto tan absurdo como el desacuerdo sobre los plazos de renovación del Consejo para poner en cuestión a la entidad? ¿Cuáles son las auténticas intenciones de quienes promueven estos ataques? ¿Y hacia dónde quieren llevar a Caja Madrid?

¿Hay modelo alternativo? Parece que sí. Según todos los indicios, Esperanza Aguirre tiene preparada una reforma de la Ley de Cajas para implantar el llamado “modelo valenciano”. Este modelo consiste en asegurar el control absoluto de la Caja por parte del Gobierno regional, reduciendo drásticamente la influencia de los Ayuntamientos y designando directamente desde el ejecutivo a los representantes de la sociedad civil en su dirección. Como resulta evidente, tales medidas no mejorarían los resultados económicos o sociales de la entidad. Pero la Presidenta y sus aliados solo buscan un objetivo: el dominio total de Caja Madrid y sus recursos.

Ante este asalto a Caja Madrid, la cuarta entidad financiera de España, solo caben dos opciones: la defensa de un modelo que ha funcionado bien, fundamentado en la estabilidad, la solvencia y el compromiso social; o el pacto con la extrema derecha para la desestabilización y el control político de Caja por Aguirre y compañía. Yo ya me he pronunciado. Porque merece la pena defender aquello en lo que se cree.