Las claves del mercado financiero internacional que ha hecho crack, llevándose por delante el crecimiento económico, los empleos y la estabilidad de las cuentas públicas de medio mundo, fueron elaboradas en Wall Street. El clima de animadversión entre civilizaciones y la reedición de la guerra fría que amenazan la paz y la seguridad mundial proceden de los graves errores de la política imperial de Washington. La falta de compromiso de la comunidad internacional en la estrategia global contra el cambio climático deriva del desinterés de la Casa Blanca. Los Estados Unidos han fracasado en el ejercicio de su liderazgo unipolar “autoatribuido”. Ni Rusia, ni China, ni Japón, ni ningún otro actor del escenario internacional cuenta con la historia, el reconocimiento y los recursos de Europa para asumir el liderazgo en un nuevo orden multipolar.
Sarkozy ha manifestado muy gráficamente que “le laissez faire c’est fini”. Berlín ha “enterrado” la condición de Estados Unidos como superpotencia en el sistema financiero internacional y ha pedido “cambios profundos”. Zapatero ha reclamado de manera acertada ante la Asamblea de Naciones Unidas “reglas globales para mercados globales”. Dirigentes políticos, empresarios, banqueros y analistas económicos de todo el planeta solicitan un nuevo Bretton Woods que reconstruya el mercado financiero sobre bases transparentes y sólidas para impulsar la recuperación económica global. ¿Quién puede convocar esta cita? Hoy podría hacerlo Europa. Pero si deja pasar el momento, otros asumirán el desafío en peores condiciones, y los europeos habremos perdido una gran oportunidad.
Algo parecido ocurre en materia de seguridad. Las aventuras de Bush padre y Bush hijo emulando a Rambo para alimentar la industria armamentística norteamericana han bloqueado la solución de los conflictos regionales perennes y han estimulado el terrorismo sin fronteras. La potencia americana carece de argumentos legítimos para exigir a Rusia que no adopte un comportamiento similar en su patio trasero. ¿Quién puede encabezar la reivindicación de unas nuevas relaciones internacionales basadas en el diálogo y el entendimiento, en el respeto a la legalidad internacional y la búsqueda de la paz y la seguridad global? O lo hace Europa o, al menos por ahora, no lo hará nadie.
Podríamos decir lo mismo sobre las estrategias a favor de la preservación ambiental, la lucha contra la pobreza y el analfabetismo, o la gestión humanitaria de las grandes migraciones. Se trata de retos en los que Europa puede jugar un papel de convocante, de proponente y de líder en la búsqueda de soluciones compartidas.
Se equivocan los dirigentes de las naciones europeas cuando buscan protagonismo alzando sus voces aisladas con frases altisonantes y propuestas llamativas en los foros internacionales. Los europeos solo estaremos en condiciones de responder al requerimiento global de un nuevo liderazgo, solvente y democrático, si lo hacemos con la fuerza de la unión. O Europa es una Europa unida con una sola voz, o Europa no será. Una vez más.