Además, no han faltado publicaciones recientes que abordan el pensamiento económico español, o recogen artículos sobre la integración europea antes de nuestra incorporación, que tratan de ignorarlo, total o parcialmente, cuando realmente estamos ante un importante economista y uno de los más relevantes habidos en la economía española en la posguerra. También ha sido uno de los mejores catedráticos con los que ha contado la universidad española, que ha impartido docencia durante muchos años en la facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Complutense. Su buen hacer docente marcó impronta en muchas generaciones de economistas, y por lo general en todos los que tuvimos la suerte de disfrutarlo como profesor, que le recordamos muy gratamente. El intento de no tenerle suficientemente en cuenta se debe, sin duda, a que Sampedro resulta incómodo por sus posiciones ante la economía convencional.

Lo más importante de esta recopilación de artículos no sólo es la recuperación de escritos para que no queden olvidados en los estantes de las bibliotecas, sino que nos ofrece una gran cantidad de ideas sobre lo que debe ser el estudio de la economía, cómo afrontar el análisis de la realidad concreta, y sobre todo nos descubre un Sampedro pionero en muchas cuestiones planteadas más tarde como objeto de estudio relevante. En suma, resulta muy interesante para aprender del pasado y del presente.

El título es ya de por sí muy significativo, pues nos acerca a una manera de entender la economía y a concebir ésta como lo que debe ser, una ciencia social en la que lo humano se pone en el lugar principal y protagonista. La importancia de lo humano ha sido el objeto principal de los informes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) desde 1990, que tienen un pilar básico en los análisis y enfoques de Amartya Sen. Las preocupaciones de Sampedro por lograr un desarrollo social y sostenible aparecen a lo largo de sus artículos, anticipándose en muchos casos a las preocupaciones manifestadas años más tarde por el PNUD, así como los análisis que hace de la crisis de los setenta, que superan el planteamiento economicista para concebirla en sus verdaderas dimensiones sociales y de valores.

En los tiempos que corren de crisis económica global, de pérdida de valores, de ataques con el desarrollismo a la naturaleza, y en los que conviven la opulencia y la riqueza con la pobreza y el hambre, leer este libro y reivindicar su enfoque de la economía humanista resulta muy necesario, y yo diría que urgente. La economía que se imparte en los últimos años en las facultades ha ido adquiriendo progresivamente un tinte cada vez más tecnocrático, tratando de acercarse a los métodos de las ciencias experimentales y de olvidar su naturaleza social. Esto ha conducido en muchas ocasiones a investigaciones absolutamente estériles, aunque aplaudidas por los medios académicos. Pero que no ayudan a comprender la realidad compleja en la que vivimos, a hacer proposiciones útiles para lograr una vida más digna para todos, e incapaz de predecir lo que va a suceder en el futuro más inmediato o, ante la dificultad que esto tiene, advertir por lo menos de los riesgos que se pueden generar con modelos de crecimiento determinados.

Una de las partes más interesantes del libro es la que dedica al concepto de estructura y el análisis estructural. En esos artículos se comprende no sólo el concepto tan rico de estructura, muy útil y válido para afrontar el estudio de la realidad, sino un enfoque de la economía muy distinto a ese planteamiento tecnocrático que nos invade. El debate metodológico es fundamental, pues lo que se encuentra en juego es el objeto de estudio y, una vez acotado éste, cómo afrontarlo. La economía convencional ha ido mutilándose con el paso de los años con el afán de parecer más rigurosa y científica, pero ha ido perdiendo capacidad comprensiva, pues ha dejado lo social y humano de lado para ganar en virtuosismo académico.

Leer estos artículos resulta una delicia por lo bien escritos que están, pero también por lo que dicen. A algunos les parecerán antiguos y desfasados, pero no es así, pues pueden ser antiguos, pero no viejos. Además, Sampedro, como profesor de estructura que es, no se centra en la coyuntura sino en las relaciones permanentes. Además, enseña a pensar y reflexionar. Hoy más que nunca ante las consecuencias de la crisis que padecemos y ante la deriva de la economía ortodoxa, resulta de interés rescatar un enfoque estructural y una forma de ver la realidad más allá del puro economicismo.