Los cinco minutos que vivimos, nos dan una imagen efímera de una realidad que no lo es. Una memoria llena de efemérides que son realmente “efimérides” en la vida de la especie. Y el sistema educativo la reproduce, ahora industrialmente. Es evidente que el sistema educativo no forma parte del proceso de conocimiento. Es parte del sistema de legitimación. Aporta formación ideológica además de capital humano. Mano de obra cualificada, y reducción del mundo posible a un programa educativo y un listado de libros y prácticas. A ello se dedica Wert con intensidad y ahínco, explicando los -¿son ya siete u ocho?, pierdo la cuenta- reformas educativas que lleva España. Es la mejor respuesta a los que piensan que la Transición a la democracia ya terminó. La Transición fue una “alucinación transitoria”. La guerra educativa es la continuación de la Guerra Civil, pero por otros medios. Pregúntale a Werty su política de becas.
Los estudiantes universitarios y muchos de sus profesores consideran que la perspectiva (también le llaman historia, sea del pasado o del futuro) son cosas de otras disciplinas. Y, en los temarios, los fenómenos sociales tienen sus prolegómenos (tema 2), pero después se les estudia como si de generación espontánea se tratase (temas 3 a 9). Hablar de la historia y sus procesos, enmarcando el presente como una parte que solamente adquiere sentido dentro del cambio, es (toca madera) Marxista. Los científicos sociales que intentan una comprensión de “Longuedurée”, como Wallerstein, son excepciones. Sus explicaciones dan resultados y funcionan. Pero, qué importa que funcionen. ¿Quién dice que a las élites les interesan las explicaciones que exponen sus desvergüenzas? A los científicos sociales solamente les espera la hoguera. Aunque salgan de la cueva.
Tan efímeros somos, que ya llegan arrasando los de la nueva legitimación: genetistas y neurólogos. Y rápidamente los del “trendingtopic” se suben al carro. No hace mucho, el sociólogo Pérez Díaz mostraba cómo los mejores, y otros rasgos positivos, eran genéticos. Los adoptados no eran tan “así” como sus padres de sangre y semen. Le reconozco la tarea titánica de controlar la certeza de la paternidad, la estructura de los afectos y posible selectividad de los refuerzos, la autoimagen y status familiar y social de los adoptados frente a los que no, y tantos elementos que algo pueden decir. Pero qué “trending” explicar los fenómenos sociales como procesos químicos. Así, el “materialismo histórico” queda superado y más allá. Ustedes no saben lo que da, y puede dar de sí, el cerebro reptil (Paul MacLean). Siendo la ciencia social oficial más legitimación que comprensión, los nuevos tiempos anuncian su sustitución por los batas blancas. Aunque en España el riesgo a corto plazo es menor. Con la política científica del PP, las únicas batas blancas que se verán por mucho tiempo será en los anuncios de detergentes.
Por lo demás, en lo de siempre, estamos en lo mismo. El libro gordo del “Pepete” (o contabilidad B) enseña, entretiene y yo les digo descontento, hasta la tercera semana que viene.