Cuando Rita Barberá se convirtió en alcaldesa de Valencia comenzó su lucha personal y política contra este barrio marítimo. Ella tenía un proyecto de prolongación de una avenida que llegara al mar derribando 1650 viviendas en más de 450 edificios, algunos de ellos protegidos por la Generalitat Valenciana por su alto valor patrimonial. Destruir un barrio para construir uno nuevo, sin personalidad, sin historia, pero con la caja registradora en la mano en los años del boom económico.

Pero el PP valenciano se encontró con miles de valencianos que defienden sus viviendas convirtiendo el Cabanyal en una lucha social. Por este barrio ha venido toda clase de artistas, investigadores, gente de la cultura, periodistas, universidades, para conocer de primera mano la eliminación de un patrimonio.

Camps, como Presidente de la Generalitat, modificó la ley de patrimonio valenciano en un único punto: desproteger este barrio para que pudiera ser destruido.

Ahora, el Tribunal Supremo, con sentencia firme en la mano, considerando que la actuación del PP es expolio, pide al Ministerio de Cultura su intervención. El Ministerio hace lo que legalmente le corresponde: declarar que efectivamente el Cabanyal es bien artístico y patrimonial protegido por ley.

¿Qué pasa ahora?

Rita Barberá y el PP valenciano ha salido en tromba, diciendo que esto es una agresión de Zapatero contra los valencianos. Aclaremos varias cosas:

1) El PP no es el total de los valencianos. Muchos se sienten agredidos, manipulados, engañados por la gestión del PP. Pero los que protestan no son “valencianos” para el PP porque sólo ellos dan “el carnet de ciudadanía”, utilizando el frentismo contra la convivencia.

2) Desde que Barberá gobierna en el año 1991, el Cabanyal ha recibido menos inversiones económicas que otros barrios de la ciudad. El PP ha actuado de la forma “conmigo o contra mí”. Es decir, “o prolongación de la avenida o nada”. Y ha sido la nada. Se prometió 300 millones de inversión municipal desde el 2001: sólo se han invertido 40. Se firmó un convenio para rehabilitar 800 viviendas con el Gobierno Central en 2007: se ha recibido el dinero pero sólo se han rehabilitado menos de 50 (en 4 edificios), ni siquiera se ha publicitado a los vecinos del barrio la posibilidad de estas ayudas.

3) Camps ni invierte ni se acuerda que existe este barrio. Tampoco está para muchas alegrías intentando escurrir el tipo del caso Gürtel. De hecho, ni siquiera se han construido las viviendas que hacían falta para las expropiaciones necesarias. Por cierto, hay ciudadanos a los que el ayuntamiento expropiará la casa a precio reventado y no tendrán posibilidad de adquirir otra vivienda.

4) El barrio está lleno de solares (todos municipales) por los derribos que el ayuntamiento hace. Falta limpieza, luz, servicios sociales, y la droga y la inseguridad anidan en el barrio ante la mirada impasible de la alcaldesa. La vivienda en el Cabanyal tiene el precio más bajo de toda Valencia (ha ido descendiendo el valor durante estos años).

La pregunta es: ¿qué paso durante estos años para que Barberá no acometiera el proyecto de destruir el barrio, prolongar la avenida y construir nuevas viviendas? Muy sencillo. No ha sido un proyecto rentable para los constructores. Valencia ha construido vivienda nueva por encima de sus posibilidades; nos inundan las viviendas vacías; el mercado se estanca; y los urbanizadores no ven viable este proyecto. Por eso, le han dicho al Ayuntamiento que asuma en solitario el coste de un proyecto carísimo al que ya no se le ve beneficio.

Ya no hay caja registradora. Ya no hay negocio. Ya no hay especulación. El PP ha matado la gallina de los huevos de oro. Pero, Rita Barberá no quiere soltar “el bocado”: cabezonería; empecinamiento; un modelo de ciudad que no respeta el patrimonio y la cultura, pero sobre todo, la rabia de no salirse con la suya.

Quienes visiten este barrio, no entenderán por qué una ciudad no mima sus bienes. En París, hubiera sido como Montmartre. En cambio, el Cabanyal llora; sus vecinos están hartos y aburridos; la degradación por no limpiar, restaurar, rehabilitar, cuidar se hace patente; y la lucha política y social se convierte en una agonía.

Una alcaldesa que durante años ha sido incapaz de dialogar, consensuar, debatir y encontrar un proyecto para el interés general de todos los ciudadanos, que compatibilice el bienestar con la cultura, y que ha convertido este barrio en una polémica permanente, es porque ha plasmado en esta gestión su impronta, sus valores, su carácter, su manera de hacer. Y puedo asegurar que Rita Barberá, a quien Fraga aprecia tanto, es “del ordeno y mando”.