¿España tiene goteras?, imagen que nos viene de inmediato ante la cascada de agua (que no eran unas simples gotitas) que entraban a la sala de Congresos. Y menos mal que llovió a cántaros para así poder advertir el fallo y repararlo cuanto antes.
El problema es más grave que un simple fallo técnico, unas goteras, o la impresión de que últimamente nada nos sale bien. Lo cierto es que España no está solamente atravesando una mala época, una grave crisis (pues ni somos los primeros ni seremos los únicos que sufrimos una crisis económica), el problema real es la desesperanza, la falta de perspectivas, el negro futuro, la incomprensión de lo que nos ocurre, y la ignorancia de no saber todavía dónde está el final del túnel.
El ambiente generalizado de fracaso individual y colectivo no cesa, se hace cada vez más apabullante, domina cualquier encuentro entre amigos, cualquier comida familiar, cualquier charla de café. Y los ejemplos no cesan:
– La pérdida de las Olimpiadas 2020 no han supuesto solamente el fracaso de una candidatura, sino darnos de bruces con la realidad: unos políticos que no están a la altura (sino más bien hacen el ridículo más allá del “relaxing café con leche”), una desconfianza generalizada en las posibilidades económicas del país y el ambiente de corrupción revoloteando sobre cualquier decisión. En definitiva, España no está de moda.
– Antena 3 inicia un programa, muy bien conducido por Julia Otero, que presenta los problemas de los ciudadanos. Se inicia con el paro: el éxodo de los trabajadores más cualificados, la falta de perspectivas para encontrar empleo en España, las reducciones salariales y de condiciones laborales, el colchón familiar de los abuelos y sus pensiones, la imposibilidad de cotizaciones para un futuro, y un largo etcétera. Pero sobre todo, por más consultor de ‘coaching’ o psicólogo social que quieran ver de color de rosa la negrura del túnel, la desesperanza y la rabia se cierne sobre cualquier español. A todos nos está afectando la crisis en persona o en cualquier miembro de nuestra familia.
– Catalunya celebra su diada con una espectacular llamada al independentismo que asusta a la política nacional y deja boquiabierto a un país que no sabe cómo resolver su puzle territorial. Hace mucho tiempo que Catalunya debería haber celebrado su referéndum. Cuanto más tiempo pase, la sensación de ninguneo y de victimismo, con el creciente aumento de separación de España, crecerá sin duda alguna.
– La corrupción, con la que nos levantamos y acostamos cada día, que se está convirtiendo en algo inevitable, asumible al carácter español, unido a un tópico más que nos hace singulares, es la imagen de España en el exterior. Lamentablemente, el PP contribuye (como siempre ha hecho) al “todos son iguales” con el fin de chapotear en el mismo barrizal, a ver si salpicando a todos se salvan los más indeseables.
El PP no está a la altura para solucionar ninguno de los problemas de España, ni principalmente el que se refiere a nuestra imagen exterior, sino que, más bien al contrario, Rajoy y su Gobierno se están convirtiendo en un verdadero obstáculo. Desde el titubeo continuo de Rajoy que nunca dice nada ni está ni se le espera, a la riña constante de la “señorita” Vicepresidenta que se ha convertido en una institutriz rígida e inflexible con los españoles, a la permanente bronca del ministro Wert, o el desafío neoconservador de Gallardón, o la torpeza de la ministra de Trabajo, o el descaro de Ana Mato y el caso Gürtel.
Es cierto que no todo está en sus manos, pero están demostrando no tener ni aptitudes ni actitudes para encarar los problemas.
Tenemos demasiados desafíos y problemas encima de la mesa para un Gobierno que hace una política de viejos modos, de viejo estilo, de engañifas y demagogia, que quizás en tiempos pasados le hizo ganar, pero que hoy está absolutamente desfasada y se demuestra inútil.