Añade el Banco de España que este crecimiento del PIB en el primer trimestre de 2014 es consistente con la previsión de 1,2 por ciento para el conjunto del año. Lo que resulta llamativo, pues el propio informe señala que dicha predicción se basa en el supuesto de “fortalecimiento gradual previsto para los mercados de exportación españoles”, mientras que los datos muestran que el sector exterior está ralentizando su contribución al crecimiento. De hecho, el cuadro de la contabilidad nacional que recoge el informe en la segunda página del documento indica una caída del 0,6 por ciento de las exportaciones. La misma tabla expone una disminución del 0,1 por ciento en la formación bruta de capital, variable importante en lo que respecta al comportamiento del ahorro y la inversión.

Para poner la cuestión en perspectiva, cabe recordar que el PIB se compone de consumo privado, inversión, gasto público y las ventas netas al exterior (exportaciones menos importaciones). La estrategia económica del Gobierno de la derecha, centrada en el ajuste fiscal a ultranza así como en la reducción de plantillas y la congelación o reducción de los salarios ha supuesto que tanto el consumo privado como el gasto público no podían ser los motores del crecimiento del PIB; más bien al contrario esta política ha llevado a la recesión económica y a la destrucción de millones de puestos de trabajo. Por tanto, las dos únicas palancas que quedan son la inversión y las exportaciones. La primera de estas dos variables tampoco ha sido muy efectiva, dado que en España la gran mayoría de la inversión se canaliza a través de los Bancos, los cuales se han centrado en limpiar sus balances e invertir en deuda pública más que en prestar dinero a las empresas. Además, no puede haber un aumento sustancial de la inversión en tanto en cuanto no se verifique un incremento de la demanda interna, además de la externa.

La variable que sí se ha comportado bien ha sido la demanda exterior, donde sí que puede decirse que se ha notado la mejora de la competitividad vía ajuste salarial. Por eso es especialmente preocupante que el sector exterior esté perdiendo fuerza tan pronto, pues es esta la principal baza del crecimiento económico español a corto y medio plazo. Es poco razonable pensar que con una cuarta parte de la población activa en paro, con lo que ello supone de presión a la baja sobre los salarios, el consumo privado aunque haya mejorado algo en el primer trimestre, esté ya en condiciones de tomar el relevo como principal motor del crecimiento económico. En columnas anteriores he expresado mis dudas sobre un modelo de crecimiento basado únicamente en la mejora de la competitividad exterior, señalando que era preciso recuperar el consumo privado y la inversión pública. Por tanto, cualquier mejora del consumo privado y público, por pequeño que sea, debe ser celebrada. Pero la clave reside en que estas tres variables se complementen entre sí, no que se sustituyan unas a otras, sobre todo cuando estamos hablando de tasas de crecimiento agregadas verdaderamente modestas. Yerra pues el Gobierno al lanzar las campanas al vuelo sobre las perspectivas del crecimiento para 2014 si ya empieza a flaquear el sector exterior, variable sobre la que se sostienen en buena parte las previsiones del Banco de España.