El Best Seller actual no es otro que el Banco Central Europeo y la Unión Europea en sí misma. Un cuento que viene triunfando en las librerías desde hace años, pero que ahora empieza a trasladarse de las estanterías de “Actualidad” o “Política” a las de Ciencia Ficción.

No se puede creer el ciudadano de la calle que somos europeos cuando ante una crisis todos los países nos alejamos de los demás para tomar medidas a pequeña escala, a pesar de las aparentes reuniones de los dirigentes europeos. No existe nada parecido a Europa en el mismo momento en que las empresas, que operan a nivel internacional, tienen que ser salvadas por los Gobiernos de sus respectivos países mediante el uso de los impuestos estatales.

No hay Europa cuando el Banco Central Europeo no es capaz de gestionar la falta de liquidez de los bancos a los que agrupa y tienen que ser, aquí también los Estados, quienes aseguren y avalen las operaciones financieras.

De esta forma, esta crisis financiera no está aniquilando, como muchos creen, al liberalismo sin regulación sino que está destruyendo la conciencia de ciudadanía europea que se viene trabajando desde años atrás.

Los Estados navegan solos, cerrando sus fronteras hasta donde es posible hacerlo en un mundo tan globalizado como el actual. Es decir, estamos respondiendo a la crisis como se viene haciendo desde tiempos inmemoriales: “Que cada palo aguante su vela”.

Los acuerdos internacionales, las reuniones de Sarkozy con Bush o las idas y venidas de Zapatero a Europa no pasan de una fotografía, de conveniencia para todos, que intenta crear un clima de confianza sobre la idea de que “los grandes líderes” están trabajando para ofrecer soluciones a los ciudadanos. Pero a la vuelta a casa, cuando Zapatero deshace su maleta de reuniones internacionales no trae, como no trae ningún otro dirigente europeo, más que recuerdos para sus hijos y ni un solo plan global para el Estado.

Europa no existe. Europa no sirve para evitar una crisis y Europa no sirve para salir de una crisis. Entonces, normal que los ciudadanos (no ahora, pero si en breve) se pregunten sobre la idoneidad de mantener con sus impuestos una institución que es incapaz de actuar como lo que es, una Unión Europea.

En todo este tiempo, no hemos sido capaces de crear una institución, real, que sea capaz de sustituir a los impuestos “para tiempos de crisis” que los señores feudales necesitaban y necesitan hoy.