Pero desde aquellos inicios, el hilo se ha convertido en una sucia madeja de la que ha aparecido el caso Bárcenas, Palma Arena, Blesa, o los sobresueldos en negro, entre otros muchos. ¿Sabríamos decir cuántos imputados hay? ¿Y de cuántos millones de euros estamos hablando?

No han sido sólo “cuatro trajes”, ha sido, como estamos viendo, una corrupción institucionalizada en el PP, utilizando las instituciones públicas para cobrar comisiones de obras. Fue una época de avaricia y mentiras, donde la democracia fue secuestrada desde el propio poder institucional. Hay muchas formas de extorsionar al Estado, más difíciles de detectar y frenar que las medidas violentas: la corrupción, la falsificación de documentación pública, el miedo de los funcionarios públicos, la imposición del poder, la manipulación … son violaciones de la Democracia.

Desde el inicio del Gürtel, en cinco años, la Comunidad Valenciana ha sufrido un varapalo increíble: la pérdida del sistema financiero (Bancaja y la Cam), el mayor número de desempleados, la pérdida de la televisión pública, la mayor deuda por habitante, el mayor número de imputados (más de 100 en la Comunidad), … pero todavía no hay responsables políticos.

Camps sigue paseándose como si nada tuviera que ver con la ruina económica, social y moral de la Comunidad, Cotino sigue presidiendo las Cortes haciendo oídos sordos a las pruebas de la propia policía, y los imputados siguen gobernando en sus pueblos u ocupando sus escaños esperando que la justicia se alargue y lleve algún acuerdo político por debajo de la mesa.

Ojalá que por la salud democrática no se llegue a ningún acuerdo inmoral que obligue a cerrar el caso, pero la clave está en manos de la justicia. Cinco años son muchos para que no comience ya a aclararse la madeja de corruptela. Cinco años son muchos para que ningún político haya asumido responsabilidad política o penal. Cinco años son muchos para que el único apartado de su carrera profesional sea el juez Baltasar Garzón que tiró del hilo.

El PP está poniendo toda la carne en el asador con las distintas tramas de corrupción en las que se ve envuelto y que todas responden a una misma forma de entender el poder. Lo hizo con Garzón, y lo ha hecho ahora con Elpidio Silva, quien también ha sido apartado por plantarle cara al amigo íntimo de Aznar.

Los dirigentes del PP no pretenden ganarse la confianza ciudadana, ni corregir errores, ni responsabilizar a los culpables, simplemente esperan salir indemnes y que la memoria de la ciudadanía sea frágil para que olviden lo ocurrido.

Y si la justicia no lo remedia, Camps (y tantos otros) seguirá llevando trajes a medida.