España no será la misma después de la crisis económica, de la estafa que hemos vivido y del Gobierno arrasador de Rajoy. ¿Qué seremos?

Ante el panorama angustioso que vive la sociedad española, el Debate ha sido insuficiente e ineficaz porque Rajoy y el PP todavía no han comprendido que deben cambiarse las formas del juego parlamentario. Tan importante es el fondo de lo que se dice y se propone como la forma en la que se presenta el debate. Y el fracaso se ha dado en ambas cosas.

Respecto al contenido, Rajoy presenta medidas para atajar lo que se ha convertido en el aire viciado e irrespirable de la corrupción, pero sin tirar de la manta, sin que se asuman responsabilidades, sin responder y explicar qué ha ocurrido. Simplemente una huída hacia delante para seguir ganando tiempo: sin arrepentirse ni pedir perdón.

Por otra parte, se sigue la estela de las medidas económicas que nos están hundiendo, que están “cerrando” literalmente este país, con negocios pequeños que se cierran a cientos cada día y con puestos de trabajo que se pierden a miles. Pero Rajoy saca pecho de sus medidas como “cumplimiento del deber”, aunque nadie lo entienda ni, a estas alturas, nadie lo defienda ni lo comparta, salvo los ‘hooligans’. Un cumplimiento del deber que le ha obligado a incumplir su programa electoral, aunque creo que ya hemos descubierto que aquel programa era simplemente vender humo para camelar el voto de los españoles. Rajoy no nos engaña ahora, nos engañó antes, y era consciente de ello, porque la mentira se ha convertido en parte esencial del juego político que realiza el PP.

Pero, hasta que no cambien las formas de entender el parlamentarismo y la política, se siguen viejos esquemas que son los que han permitido “maquillar” la democracia, “engañar” al ciudadano, “estafar” con cuentas B y dinero negro. ¿A qué formas me refiero?

Rajoy saca pecho porque tiene que defenderse a él y a su partido. ¡Grave error! A quien tiene que defender es a los españoles y a España.

Rajoy chulea a la oposición y los suyos le aplauden enloquecidos, como si de un ring de boxeo se tratara, preocupados en ver quién da el golpe más bajo en vez de explicar con claridad qué ha sucedido y cómo se va a solucionar.

Rajoy se atrinchera en sus posiciones, escondido entre sus parlamentarios, para ganar tiempo, para seguir en la poltrona, para zafarse de la realidad social. Mientras sus ministros ríen, cuentan chistes, comentan la “jugada” de Rajoy y cómo intenta acorralar al jefe de la oposición, aplauden animosos que el presidente haga malabares dialécticos. Y todo eso, ¿para qué sirve?

Ya no sirve para nada.

No han entendido que en esta situación que vivimos, un Debate de la Nación no se puede realizar con aplausos, con vítores, con risas, con chistes, con golpes bajos, con malabarismos parlamentarios, con dobles frases, con engaños, con promesas falsas, …. y mucho menos con satisfacción.

Si Rajoy y el PP se sienten satisfechos de este Debate, porque creen que han conseguido “salir” impunes, los españoles hemos vuelto a perder, porque eso sólo significa que el Debate se ha hecho “hacia dentro”, hacia los intereses del PP, y no hacia los intereses de la Nación.

Era el Debate más complejo al que España se enfrentaba, pero nos falla un Presidente de Gobierno que esté a la altura de lo que el país necesita.