El hecho de que el máximo representante de los empresarios – elegido ya en plena normalidad democrática, sin condicionantes históricos ni hipotecas del pasado -, piense que “los sindicatos son un problema”, que “Esperanza Aguirre es cojonuda” y que “el problema de la crisis es Zapatero”, refleja una ideología bastante desfasada. La visión sobre los sindicatos no puede ser más rancia e inapropiada. Lo de atribuir la crisis económica a Zapatero muestra serios problemas de capacidad de análisis y una carencia de objetividad que no puede obedecer sino a prejuicios ideológicos y políticos.

Lo de Esperanza Aguirre, desde luego, es cuestión de gustos, aunque resulta bien expresivo de dónde se ubica políticamente el actual Presidente de la Patronal, que evidentemente tiene todo el derecho a tener sus propias ideas políticas, e incluso a fundar un partido, o a participar en su fundación, y a concurrir a unas elecciones y contrastar sus posiciones ideológicas en las urnas.

Pero el problema es que cuando se representa a una organización social o económica tan importante hay que asumir una posición institucional suficientemente equilibrada y abierta. Sobre todo si se quiere tener capacidad efectiva de interlocución. Lo cual es muy importante en momentos tan delicados como los actuales. Por eso las palabras captadas por un micrófono inoportuno han sido algo más que un desliz. Han sido una autentica revelación explicita de ideología. Y además de una ideología bastante rancia. Una ideología que se supone que no debía tener, o no debía explicitar, aquel que representa a un sector social decisivo, del que forman parte personas con otros enfoques y concepciones, que saben que no es el momento de resucitar o aventar tan añejos clichés políticos y que ahora es preciso mucha colaboración, sobre todo por parte de los sindicatos y del Gobierno.

¿Con qué cara va a encabezar, a partir de ahora, el Presidente de la Patronal, las delegaciones rogatorias para pedir ayudas en la Moncloa y en los Ministerios, después de hacer culpable a Zapatero de todos los males de la crisis?

¿Con qué cara va a intentar hacernos creer a todos que representa a una organización moderna y suficientemente neutral y abierta?

Desde luego, no hay que ser tan ingenuos como para esperar que el Presidente de la patronal sea una persona de concepciones socialdemócratas y progresistas, pero al menos hay que esperar que sus ideas se adapten más a las exigencias políticas y a los análisis complejos de una democracia del siglo XXI. Por eso su desliz parece más bien el desliz de un “capo”, que una falta de prudencia de un representante de una organización moderna, integradora y creíble.