Mientras tanto, el paro en la eurozona bate récords. En febrero alcanzó el peor dato desde 1.998 (10 por ciento). Detrás de este porcentaje se encuentran 17 millones de personas sin empleo; 23 millones si se trata de la Unión Europea. Como debemos recordar, estos datos son particularmente negativos para España que se mantiene a la cabeza de los 16 países de la eurozona, con una tasa de paro en torno al 19 por ciento. En la UE, solamente Letonia (21,7 por ciento) supera a España en tasa de paro, siendo los más afectados los jóvenes con un 40,7 por ciento de paro, más del doble que la zona euro.
También los datos del paro registrado en las oficinas públicas de empleo, del mes de marzo, contemplan un incremento de 35.988 desempleados respecto al mes anterior (0,9 por ciento en términos relativos) y de 561.211 desde hace un año (15,6 por ciento), lo que sitúa la cifra total de desempleados en estos momentos en 4.166.613, el nivel más alto desde 1.996.
Por su parte, el Banco de España ha empeorado las previsiones del Gobierno en relación con la creación de empleo y, coincidiendo con el FMI, la Comisión Europea y la OCDE, ha retrasado la creación de puestos de trabajo a los primeros meses del año 2.012. Las previsiones del Banco de España sobre el empleo se han llevado a cabo sin conocer los resultados de las conversaciones que se están celebrando sobre la reforma laboral y, por lo tanto, sin conocer los contenidos de la misma. Tampoco el Banco de España conoce si el Gobierno aceptará llevar a la práctica el contrato único con menor indemnización por despido. Lo mismo podemos manifestar en relación con la reducción de las cotizaciones de los empresarios a la Seguridad Social (SS), que el Gobierno estudia con la pretensión de comprometer a la CEOE en la firma del acuerdo sobre la reforma laboral. Una reducción que los sindicatos difícilmente pueden aceptar después de las medidas aprobadas por el Consejo de Ministros para garantizar la viabilidad futura de las pensiones.
En base a estas consideraciones, la pregunta pertinente es en qué medida influye la reforma laboral, el contrato único, y la reducción de las cotizaciones de los empresarios a la SS en la creación de empleo. El Banco de España ha hecho sus previsiones sin contemplar estas variables que, según dicen, tienen tanta repercusión en el empleo, como ha señalado recientemente el Gobernador (MAFO) defendiendo el contrato único.
La respuesta es que, evidentemente, esas medidas no influyen en la medida que se pretende en la creación de empleo y, por el contrario, perjudican a los trabajadores considerablemente- transfiriendo rentas del trabajo al capital-, por lo que son rechazadas sistemáticamente por los sindicatos con argumentos convincentes.
Efectivamente, la creación de empleo depende sobre todo del crecimiento de la economía, como quedó demostrado en años pasados con altos crecimientos del PIB acompañados de un fuerte incremento del empleo, con la misma legislación laboral que la que tenemos actualmente. Esa es la única variable- crecimiento de la economía- que está utilizando el Banco de España para hacer sus previsiones sobre el empleo, lo que resulta un argumento demoledor en términos dialécticos para los defensores de medidas regresivas para los trabajadores con la pretensión de crear empleo.
Por otra parte, desde comienzos de año se debate sobre la importancia de reducir el déficit y la deuda pública y, por lo tanto, se hace hincapié desde el gobierno en las políticas de austeridad que, siendo necesarias, no deberían afectar a la inversión pública ni significar la congelación de las plantillas de la administración del Estado (se pretende reponer sólo el 10 por ciento de los funcionarios públicos que causen baja y reducir en un 87 por ciento las plazas de nuevo ingreso en relación a 2.009).
Las políticas de recorte de la inversión no son buenas para mantener el empleo y mucho menos para crear nuevos puestos de trabajo. Tampoco es bueno aumentar los impuestos a través del IVA por su repercusión negativa en el consumo; además de ser un impuesto regresivo. Una medida que, por cierto, está siendo utilizada demagógicamente por el PP- con otros argumentos, relacionados con una rebaja generalizada de impuestos- como banderín de enganche para perjudicar al Gobierno en términos electorales.
Por lo tanto, también hay que reflexionar y debatir a fondo sobre esta aparente contradicción partiendo de la siguiente base: sin empleo no hay recuperación económica consolidada, ni seremos capaces de reducir el déficit y la deuda pública, a pesar de las medidas de recorte que se impongan. Por eso, hay que seguir impulsando desde el sector público medidas de estímulo a la creación de empleo, compensando, a través de la inversión pública, la caída de inversión privada que se está produciendo; así como seguir explorando nuevos yacimientos de empleo a través de políticas activas y diversas:
· Mantener el empleo en las administraciones públicas (por debajo de la media europea).
· Formación, orientación, y reciclaje profesional, para los expulsados del mercado de trabajo y su inserción en un nuevo modelo productivo.
· Plan urgente de empleo dirigido a los jóvenes, con bonificaciones a su contratación.
· Impulso del gobierno a la inversión productiva y en infraestructuras.
· Empleo social ligado a políticas sociales (ley de dependencia y escuelas infantiles de 0-3 años).
· Restauración de viviendas (afecta a diversas actividades y sectores de producción).
· Empleo verde (políticas medioambientales y energías renovables).
· Promoción del turismo de calidad relacionado con nuestra historia y cultura.
· Fomento del empleo tecnológico y de investigación, así como el ligado a la innovación y al diseño (alto valor añadido del producto).
Además, en las actuales circunstancias, se deben cerrar las conversaciones (en este mes de abril) abiertas entre los interlocutores sociales y el gobierno en torno a la reforma laboral. En las conversaciones se están debatiendo medidas que frenen el desempleo y faciliten la creación de empleo: la reducción de jornada como instrumento de ajuste laboral, con la pretensión de frenar el despido de los trabajadores en las empresas; la intermediación laboral, con resultados hasta ahora prácticamente nulos; revisar las bonificaciones a la contratación eliminando las que no se justifiquen; superar la dualidad de nuestro mercado de trabajo, sin futuro en un nuevo modelo de economía sostenible; racionalizar la negociación colectiva, garantizando su articulación; revisar y mejorar el funcionamiento de las Mutuas; y superar las desigualdades de género que se producen en nuestro mercado de trabajo.
Al margen de la reforma laboral el Gobierno debe seguir impulsando- también a través de la banca pública (ICO)- la concesión de créditos, de acuerdo con el Banco de España, a través de la reforma necesaria de las entidades financieras- sin poner en riesgo la naturaleza jurídica de las Cajas de Ahorro-, con el propósito de facilitar la canalización de créditos a las familias y empresas. De la misma manera, resulta imprescindible resolver los problemas derivados de la morosidad y desbloquear el inmovilizado existente en el sector del ladrillo que, según los expertos mejor informados, se establece en torno a los 300.000 millones de euros y está frenando la concesión de créditos.
Otro asunto imprescindible, para abordar el problema que representa el desempleo, se refiere a la persecución de la economía sumergida y del fraude fiscal (reflejan una sociedad enferma y nada solidaria) de una manera mucho más decidida, asumiendo que los resultados- además de ser de justicia, al defraudar los que más tienen- están llamados a resolver muchos de los problemas económicos que nos aquejan en relación al desequilibrio fiscal; como por ejemplo la necesaria financiación de la cobertura del desempleo. Debemos recordar que, en la búsqueda del equilibrio fiscal, se han llevado a cabo verdaderas tropelías contra los que menos tienen; el ajuste brutal que se está llevando a efecto en Grecia resulta significativo en la resolución de los desajustes fiscales producidos por el desgobierno de la derecha.
En definitiva, la actual política económica debe tener como fundamento la creación de puestos de trabajo sin perder de vista, por supuesto, las próximas elecciones que están a la vuelta de la esquina y cuyos resultados son fundamentales para seguir modernizando este país y, por lo tanto, para seguir impulsando una política de corte socialdemócrata.
Esa es una buena razón para que el PSOE se plantee, de aquí a las próximas elecciones generales, abrir un debate en la sociedad sobre tres capítulos importantes, desde una perspectiva de clase: el empleo, la protección social, y la fiscalidad, buscando alternativas diferenciadas- para responder y salir de la crisis- que generen ilusión y conecten con la ciudadanía; todo ello, con la pretensión de superar las desigualdades, en beneficio de los más desfavorecidos.