El Informe asegura que organizaciones y defensores de los derechos humanos sufrieron ataques en muchos países, y los Gobiernos les impidieron llevar a cabo su trabajo o no los protegieron.
En Oriente Medio y el norte de África hubo una constante de intolerancia de los Gobiernos hacia las críticas internas en Arabia Saudí, Siria y Túnez, y de creciente represión en Irán. En Asia, el Gobierno chino aumentó la presión sobre quienes cuestionan su autoridad, deteniendo y hostigando a defensores de los derechos humanos, mientras que miles de personas huyeron de la grave represión y las penurias económicas en Corea del Norte y Birmania. En parte de Europa y Asia Central se redujo el espacio para la sociedad civil y las voces independientes, y la libertad de expresión se reprimió injustamente en Rusia, Turquía, Turkmenistán, Azerbaiyán, Bielorrusia y Uzbekistán. Las fuerzas de seguridad cometieron centenares de homicidios ilegítimos en América -En países como Brasil, Jamaica, Colombia y México-, mientras que las violaciones de derechos humanos cometidas por Estados Unidos en las operaciones de lucha contra el terrorismo han continuado gozando de impunidad. Gobiernos de África, como los de Guinea y Madagascar, respondieron a la disidencia con homicidios ilegítimos y un uso excesivo de la fuerza, en tanto que Etiopía y Uganda, entre otros, reprimieron a quienes se mostraban críticos.
Otras tendencias que también se registraron en 2009 y que se recogen en el documento fueron los desalojos forzosos masivos de personas que perdieron sus casas en África, el aumento de las denuncias de violencia intrafamiliar contra las mujeres, la explotación de millones de emigrantes en Asia y un importante aumento del racismo, la xenofobia y la intolerancia en Europa y Asia Central.
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