La ciudadanía sufre un exilio en su conciencia política, que no en su acción, ya que ésta se acomoda en torno a asociaciones, ONGs, Plataformas y otros entes sociales desde los cuales millones de personas en nuestro país hacen política de manera directa e indirecta.

Es el exilio de la conciencia política el que aleja a la ciudadanía de los políticos y las políticas de nuestro país. Alejamiento que a mi juicio se determina en multitud de factores. Un primer elemento para esta desafección no es otro que la falta de apertura de las estructuras de los partidos políticos a su propia militancia en las tomas de decisiones, y si bien en mi opinión no deben caer dichas estructuras en un asamblearismo pleno, a todas luces inoperativo, sí se debe, por el contrario, desde los partidos políticos tender a la defensa de una democracia total y universal en determinados momentos de la vida política de los propios partidos, o acaso ¿en nuestro país no se elige con un sufragio directo, universal, secreto, igual y libre cada cuatro años a los representantes de las diferentes instituciones? Acaso, ¿no funcionan posteriormente estas mismas instituciones de manera autónoma posteriormente a su elección, todo ello a través de un poder delegado que la ciudadanía quita y da cada cuatro años?

Es ésta la realidad que a mi juicio la ciudadanía quiere en los partidos políticos, aquella realidad que les permita participar en la toma de decisiones y no por el contrario ser meros comparsistas de oligarquías de poder que en el seno de los partidos políticos españoles buscan siempre la opción de impedir herramientas tan sanas para la democracia como el derecho a ese voto democrático que por otra parte se defienden desde otros estrados para las citas electorales.

Por otra parte, la falta de coherencia entre discurso y acción es otro de esos elementos que cuando se quiebra aleja de manera directa a la ciudadanía de la escena política. De esta forma cuando la Estética de la Ética da paso a la Cirugía Plástica de la Ética, la credibilidad de quien lleva a cabo estás actitudes decrece de tal forma que el perjuicio no se causa tan sólo a su propia figura como gestor. sino al propio modelo de partidos políticos, al cual la ciudadanía juzga por la actitud de quienes son los representantes de los mismos.

Hoy cuando uno lee en diversos medios que la forma de acercarse a la ciudadanía es evitar el debate real, democrático y secreto a través de herramientas útiles para ello, no puedo más que mostrar mi opinión contraria a esta afirmación. Pues a mi juicio la forma de hacer ciudadanía, de hacer conciencia política, no es otra que dar legitimidad plena a la elección de quienes tienen la responsabilidad cada cuatro años de representar las candidaturas de los partidos políticos , o al menos permitir esta opción, cuando la misma se demanda desde la propia base de los partidos políticos, base que como alguna vez leí representa un perfecto espectro de lo que es la sociedad española del siglo XXI.