No tiene receta por dos razones: una obvia, Rajoy es hoy lo que ha sido siempre, y ha gobernado y demostró que ha sido un sargento gris y discreto que nunca brilló por si mismo.

Pero la segunda razón es más preocupante. Es la burbuja inmobiliaria, la liberalización del suelo, la devaluación del papel del Estado, el desprestigio de lo público, la privatización de los servicios universales, y el informe que el FMI ha hecho público sobre la pésima gestión de ese organismo y del propio Rodrigo Rato.

Las consecuencias de esta salvaje crisis se han explicado muchas veces y provienen de esa codicia especulativa del “todo vale” que los neocon pusieron en marcha en sus gobiernos, desde EEUU hasta España, desde Bush a Aznar. Y donde extendieron los tentáculos llevaron adelante el desastre.

Acusan a Zapatero de no prevenir la crisis, cuando Rodrigo Rato andaba en aquellos momentos al frente del todopoderoso FMI.

Acusan a Zapatero del crecimiento del desempleo (el mayor de los problemas de España), cuando en las Comunidades Autónomas donde gobierna el PP es donde más crece fruto del derrumbe productivo de un urbanismo incontrolado, promocionado por el PP en el gobierno, y que ha llevado la corrupción al último pueblo habitable.

Acusan a Zapatero del derroche y despilfarro del Estado autonómico, cuando las autonomías y ayuntamientos con mayor deuda suelen encabezarlas los gobiernos del PP (véase Valencia y Madrid, como ejemplo). Mientras Rajoy y Aznar demonizan el Estado de las Autonomías, Camps se atrinchera con la bandera valenciana, cerrando los cajones y la transparencia a la justicia, despilfarrando a manos llenas con sobrecostes y obras faraónicas e inútiles, y dejando que la sospecha permanente sobre la acción política se haya instalado en cada departamento autonómico. Por cierto, todavía “gozamos” los valencianos con Jaume Matas como embajador especial, porque, como dice el refrán, “Dios los cría y ellos se juntan”.

La corrupción, la mala gestión, la demagogia, el falso electoralismo no es patrimonio exclusivo de la Derecha. Lamentablemente, es un mal muy extendido en política.

La diferencia es que el PP practica estos vicios con altanería y desvergüenza.