Resumiendo, al PASOK se le ve involucrado en una política totalmente ajena al ideario de la izquierda y al de los sectores simplemente progresistas. Política que hace difícil prever en bastantes años otra cosa que iguales e incluso mayores sacrificios para la población. Seguramente los dirigentes del PASOK han pensado que es un ejercicio de responsabilidad con el país someterse a los hachazos de la señora Merkel y sus acólitos, acompañando en este viaje a la derecha. Pero tanto si el panorama griego mejorara a medio plazo -hipótesis dudosa- como si empeorara –hipótesis posible- el coste para el PASOK podría convertirle en una fuerza política residual.

Viene a cuento todo esto por la preocupación ante el futuro del PSOE si no consigue aparecer con un proyecto y una acción política, no sólo claramente diferenciada de la derecha sino creíble. Porque algo muy profundo está fallando cuando ante las felonías hispanas que realiza el Gobierno del PP resulta que el creciente desafecto que suscitan entre la ciudadanía no se traduce en una clara mejora de las expectativas del PSOE, tanto políticas como electorales.

Semanas atrás se difundió a través de las redes sociales un índice del programa básico con el que Hollande se presentó a las elecciones. Ocupaba el espacio de un folio. Su lectura servía, blanco sobre negro, para que hasta el sector de la población menos informado o interesado en el quehacer político pudiera constatar que tales propuestas eran sustancialmente distintas a la acción del Gobierno de Sarkozy y a su programa electoral. Parece que la nitidez de la diferenciación y su credibilidad le ha dado buenos resultados a la fuerza principal de la izquierda francesa.

Aquí, mientras tanto, lo que más le llega a la ciudadanía por parte de la dirección del PSOE es la demanda de un pacto de Estado con contenidos desconocidos; el que es conveniente que haya una sola voz en la relación con la UE, que no puede ser otra que la del PP; la crítica a algunas de las medidas como las de la reforma laboral y la amnistía fiscal, amén de decir algo tan obvio que no basta con la austeridad y que debe acompañarla el crecimiento de la economía. Pero ese folio simbólico, que exprese un programa alternativo netamente diferenciado, o no existe o no se le ve por ninguna parte.

Lo que sí hemos visto recientemente, aunque para bien del PSOE haya tenido poco debate y divulgación, es su acuerdo con el PP en favor del llamado “pacto fiscal”, esto es, del Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza en la Unión Económica y Monetaria, cuyo contenido revalida las políticas que alimentan la recesión, el desempleo, la precariedad del trabajo y el deterioro de los servicios públicos. Es el Tratado del “déficit cero”, de cómo vigilar, controlar y castigar los déficit presupuestarios y de cómo corregir las desviaciones mediante las que denominan reformas estructurales a las que Rajoy y su equipo son tan aficionados. En fin, un Tratado que refleja la progresiva degradación de la democracia europea.

No se sabe si ante la ausencia de una alternativa tipo Syriza –hoy por hoy IU no lo es- la deriva de la dirección del PSOE conduciría al partido hacia la senda del PASOK. En cualquier caso sería más que conveniente que ante lo que se avecina los próximos meses se intentara pasar de los rechazos genéricos a difundir hasta el último rincón del país el contenido básico de una alternativa reconocible como nítidamente de izquierdas. Cabe en un folio. Porque soplan vientos de nuevas agresiones, habrá respuestas sociales y su amplitud y eficacia van a depender mucho de si existe o no una adecuada e inequívoca referencia política de izquierdas.